Doña Irma guardaba la esperanza de que su hija regresara, pero no fue así. Con el paso del tiempo, el resto de su dinero se esfumó
Por Telma Quiroz
Doña Irma, oriunda de San Pedro Sula, de 71 años de edad, sacó 10,000 lempiras de su cuenta de banco. Con la mitad de ese dinero pagó un examen médico en la Cruz Roja hondureña para poder certificar que no tenía la enfermedad del siglo, la Covid-19. Partió con el resto de dinero a Guatemala con la esperanza de encontrarse con su única hija.
Al llegar a Guatemala, no la encontró.
La hija de Irma es una inmigrante que salió de Honduras para trabajar en un restaurante guatemalteco. Cuando llegó a Guatemala, Irma se dio cuenta de que el restaurante ya no estaba trabajando.
Una de las vecinas le ofreció posada. Irma guardaba la esperanza de que su hija regresara, pero no fue así. Con el paso del tiempo, el resto del dinero se esfumó.
La sampedrana se había quedado sin lempira.
Empacó sus ilusiones y la esperanza de volver a ver a su hija y llegó a la embajada hondureña. En estos momentos, Irma está esperando para volver a Honduras, enferma y con la fe de poder ir a vivir con otro de sus familiares fuera de San Pedro Sula. Se aferra a la idea de que algún día su primogénita se pondrá en contacto con ella.