Sin miedo de ser quien es, aunque el ambiente es cruel. El columnista de Reportar sin Miedo, Beyger García, cuenta su historia de hombre gay en el área rural hondureña
Por Beyger García
Nadie tiene que ser criminalizado por su forma de amar y por a quién ama. En nuestro mundo, el odio es una moneda de cambio tan utilizada que las fobias sexuales solo añaden más desazón a una existencia de por sí complicada.
Dicho esto, quiero comenzar a contar un poco de mi historia.
Mi nombre es Beyger García. Nací, me crie y en parte me eduqué en La Jigua, un pequeño municipio del departamento de Copán. Soy microbiólogo de profesión y comunicador de vocación.
Mis conflictos se remontan a la infancia y la adolescencia. Nada más cruel que ser un hombre gay aquí en el área rural del occidente del país. No es tarea fácil. Vives día a día los señalamientos, murmuraciones y cuestionamientos de por qué el niño es así. La gente en mi pueblo era y sigue siendo machista. Sales a la calle y te tratan mal, con insultos y palabras inadecuadas para decir lo que soy: gay.

Yo sentía mucha presión, pues al principio me sentía culpable de mi forma de ser. Y es que, si de algo se encargan en los pueblos, es de hacerte creer que estás cometiendo delito de homicidio al atreverte a ser tú mismo. A eso súmale todo lo que te crees respecto a cómo lo tomará la familia. Es un vaivén de emociones.
“Hoy puedo decir que nada más hermoso que encontrar a personas auténticas, transparentes, que aman a otros seres humanos”.
Beyger García
Los días transcurrieron y, con el tiempo, la vida me trajo a residir en la cabecera departamental, Santa Rosa de Copán. La realidad no es nada distinta a la que se vive allá tierra adentro. Claro que hay un poco más de aceptación, pero se aplica la frase “no preguntes, no lo digas”.
Aquí se te permite ser gay, pero sin pluma, que no se te note, que tu forma de vestir, actuar y ser vaya de acuerdo con los protocolos sociales de esta pequeña comunidad que no pasa de 70,000 habitantes. Y qué decir de la homofobia de la comunidad. La mayoría viven doble vida, otros llegan y ofrecen relaciones entre cuatro paredes.
Siendo un hombre de 32 años que se acepta y se valora tal cual es, hoy puedo decir que nada más hermoso que encontrar personas auténticas, transparentes, seres humanos que aman a otros seres humanos. Saber que a quien ames y cómo lo ames ya no es tema de conversación y mucho menos de discriminación.
Debes saber
Según el Observatorio de Muertes Violentas de Personas LGBTI de la Red Lésbica Cattrachas, 2020 finalizó con 20 crímenes.
Desde junio de 2009 a la actualidad ha habido 373 muertes violentas, de las cuales 119 fueron personas trans. Los casos tienen un 91% de impunidad.
A pesar de haber logrado la inclusión en el nuevo Código Penal del agravante de violencias basadas en orientación sexual, expresión e identidad de género, ninguna sentencia de este país lo ha tenido en cuenta.
En lo que va del 2021 se registran dos asesinatos de homosexuales y una mujer trans.