Más de 1,500 migrantes tienen comida y refugio con ayuda de Casa de Luz, una organización que ofrece ayuda a miles de desplazadoS Y DESPLAZADAs en Tijuana
Mientras se hallan en el limbo migratorio, han creado una escuela y no planean moverse del campamento en El Chaparral
Por Dunia Orellana y Dennis Arita
TIJUANA, México – Bajo la débil luz de la madrugada del 19 de febrero de 2021, la organización de voluntarios y voluntarias Casa de Luz contó a unos cuantos cientos de migrantes apiñadxs en el puerto fronterizo El Chaparral, en Tijuana, México. Como muchxs otrxs desplazadxs, no tenían dinero, comida ni abrigo.
Igual que miles de migrantes, afrontan la peor situación imaginable en Tijuana y Ciudad Juárez. Son solo parte de la ola de centroamericanxs, en su mayoría hondureñas y hondureños, así como caribeñxs, que recalan en la frontera con la esperanza de que el gobierno estadounidense de Joe Biden les dé una nueva vida en territorio estadounidense. No tienen nada y están atrapadxs en una red de violencia y tráfico humano.

“En un comunicado, Joe Biden dijo que iba a procesar a 300 personas por día en tres puertos fronterizos” para tener la posibilidad de recibir estatus de refugiados, relata el activista y voluntario en Casa de Luz, Irving Mondragón, en entrevista para Reportar sin Miedo. La promesa de Biden, agrega Mondragón, atrajo a más y más gente a El Chaparral.
Nada detiene la ola migratoria: miles llegan a Juárez y Tijuana
No solo llegan a El Chaparral. En Ciudad Juárez, los medios mundiales toman fotos de desplazadas y desplazados que corren desesperadxs por la orilla del río Grande para colarse como sea por el enorme muro fronterizo de metal y concreto. Juárez se ha convertido, junto con Tijuana, en la ciudad fronteriza más buscada por quienes quieren entrar en Estados Unidos.
Los pocos cientos de migrantes que Casa de Luz, con sede en Tijuana, contó en febrero en El Chaparral se habían multiplicado en los días siguientes. “Poco a poco se aglomeraron”, cuenta Irving Mondragón. “En el puerto había gente de Migración entregando volantes con información del programa MPP”. El MPP es la política estadounidense que devuelve a los desplazados y desplazadas a México para que esperen la solución de su proceso migratorio.

Así, a Tijuana han terminado apodándola “la cárcel de los migrantes”. No quieren regresar a sus países. Prefieren insistir y esperar que los dejen entrar. Parecen haber jurado que nada va a detenerlxs. Ni la MPP ni el decreto que Donald Trump emitió en mayo del 2020, con la excusa de la pandemia del coronavirus, para cortar de tajo la entrada de migrantes en calidad de refugiados.
Les da igual que la coordinadora para la frontera sur, Roberta Jacobson, declarara que permanecer en el campamento de El Chaparral no los convierte en candidatxs a recibir asilo en Estados Unidos.
Cifras en contexto
2019 al 2020: El programa MPP obligó a un total de más de 71.000 migrantes que buscaban asilo a esperar en México hasta que sus casos pudieran ser considerados por jueces en los tribunales de inmigración de Estados Unidos.
Noviembre 2020: Un Juez federal suspendió las expulsiones de menores no acompañados. Para entonces el Gobierno de Trump había expulsado a al menos ocho mil 800 menores.
Enero 2021: Un tribunal de apelación integrado por tres jueces designados por Trump dictaminó que se podían reanudar las expulsiones, pero Biden decidió entregar a los menores a parientes que viven en Estados Unidos, con citas para presentarse en tribunales de migración.
Febrero 2021: Más de 9400 jóvenes migrantes llegaron a la frontera sin sus padres, un aumento de casi el triple con respecto al año pasado en la misma época.
Marzo 2021: Más de 5.000 niños estaban bajo custodia de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
Nadie los pudo detener
Han aprendido la lección. Una caravana de casi 10,000 personas salió en enero de Honduras, pero cuando los gobiernos guatemalteco y mexicano los recibieron a golpes y lxs expulsaron violentamente, decidieron darles vuelta a sus planes originales.
Ahora quienes se atreven a migrar lo hacen en pequeños grupos, no en caravanas gigantescas. De esa manera esperan pasar inadvertidxs por las patrullas que tienen la orden de detenerlxs y mandarlxs de vuelta a como dé lugar a sus países de origen.
Así es como fueron llegando a El Chaparral, en Tijuana. A cuentagotas, pero sin detenerse. Los impulsaba la promesa de mejor trato que hizo Biden. Los volantes de Migración estadounidense confundieron a los migrantes en El Chaparral. “Más gente fue llegando”, dice Irving Mondragón. Los voluntarios de Casa de Luz estaban preocupados.
Para el 2 de marzo, más de mil desplazados pidieron a gritos al presidente Joe Biden que los deje entrar a Estados Unidos. Iban armados y armadas de pancartas y vestidxs con camisetas blancas con la frase Biden Let Us In (Biden, déjanos entrar).
Al siguiente día, Casa de Luz contó a 1,500 migrantes, quienes guardan la esperanza de que Biden cumpla su promesa de crear “políticas más humanas” para los migrantes, dándoles estatus de refugiados.

No quieren ir a ningún albergue. Prefieren quedarse en el campamento. En los albergues sufren hostigamiento y deben pagar por casi todo. Hasta por cargar los celulares o por la limpieza.
En medio de la angustia de no saber si podrán seguir adelante y el terror de regresar a vivir en medio del caos en Honduras, agravado por la corrupción estatal, la insalubridad, el crimen y la pobreza, los y las migrantes se atreven a lo que sea.
En el camino, si tienen suerte, encuentran la mano amiga de organizaciones que les ayudan dándoles un sitio donde dormir, comida caliente y consejos.
Una de esas organizaciones es Casa de Luz. La institución fundada en esta ciudad fronteriza mexicana en Tijuana repone las fuerzas de los y las desplazadas y les da ánimo para rehacer sus vidas. Casa de Luz es diversa. Adondequiera que va lleva ayuda a cualquier desplazado, pero especialmente a poblaciones en situación de vulnerabilidad como mujeres y personas LGBTIQ+.
Comida para un mar de migrantes
Dos años. Ese es el tiempo que Casa de Luz lleva ofreciendo oportunidades en Tijuana a mujeres y personas LGBTIQ+. Desde inicios de 2019, cuando Irving Mondragón la fundó, este refugio que acoge a caribeñxs y centroamericanxs, entre otrxs muchxs migrantes, se propuso llevar ayuda adonde los desplazados y desplazadas la necesitaran.
“La crisis es profunda”, dice el voluntario Irving Mondragón sobre la enorme cantidad de migrantes que se las arreglaban como podían, hacinadxs, sin alimento ni refugio en el puerto fronterizo El Chaparral.
La organización llevó de inmediato carpas donde acoger a los desplazados mientras los voluntarios cocinaban grandes ollas de comida para alimentar a los 1,500 desplazados y desplazadas.

“Decidimos cocinar alimentos nutritivos y saludables para las personas solicitantes de asilo en USA que se encuentran acampando en el puerto fronterizo El Chaparral, Tijuana”, relata el activista Mondragón en la página de Facebook Casa de Luz TJ.
En la página pueden verse fotos de los voluntarios preparando enormes cantidades de alimento caliente para los migrantes.
Para atender a los desplazados, Casa de Luz, con apoyo de organizaciones, consiguió “estufas, ollas, cacerolas, mesas y tanques de gas para una cocina colectiva donde las comunidades centroamericanas y del Caribe puedan cocinar sus alimentos”.
La organización de voluntarios sigue gestionando las donaciones de carpas y casas de campaña, medicamentos, ropa y alimentos.
El campamento en El Chaparral, según Mondragón, “es un gran aprendizaje para comprender su lucha por la dignidad, a pesar de la gran vulnerabilidad que afrontan y de la omisión del Estado a proteger y brindar seguridad a estas comunidades”.

Que la espera no te aburra
No se olvidan de darles educación. Hace dos semanas, el 8 de marzo, Casa de Luz inauguró la escuelita Chaparral, en el campamento de la Esperanza. “Es una necesidad”, le dice Mondragón a Reportar sin Miedo, “ya que muchos de estos niños llevan dos años fuera del sistema educativo, aunque la escolaridad es un derecho universal”.

Tres mujeres centroamericanas dieron un paso al frente y tuvieron la iniciativa de crear la escuelita para niños migrantes. “El 40% o más del campamento está formado por menores de edad solicitantes de asilo”, agrega Mondragón.
Sobre sus cabezas se lee el rótulo “Que la espera no te aburra”. Mientras aguardan con sus parientes que el Gobierno de Joe Biden cumpla su pacto no firmado de convertirlos en refugiados y darles una nueva vida, los niños y niñas de la Chaparral se dedican a aprender juegos y pintan rayuelas.

Casa de Luz ofrece “actividades recreativas para aportar luz y alegría”, se lee en el blog de Facebook del refugio.
De este modo, la dura experiencia migratoria podría ser menos traumática para los niños y niñas. Y también para los padres y madres, quienes pueden pensar en un mejor futuro mientras ven jugar a sus hijxs.
Dunia Orellana es periodista de investigación en Honduras especialista en temas de género, diversidad sexual, migración, derechos humanos e innovación periodística. Síguela en twitter: @duniaorellana
Dennis Arita es un cineasta, escritor, artista gráfico y políglota enfocado en el mundo del documental y la ficción. Su trabajo es tan versátil que destaca como uno de los escritores más importantes de Honduras por su narrativa y capacidad de creación literaria.