¿He tenido algún maestro gay? Esa pregunta lleva a hacerse muchas otras sobre la sociedad hondureña, no solo en el entorno educativo, sino en todos los ámbitos de la vida un maestro de colores
Por Addy Daniel Rodas
Las y los docentes se convierten con el pasar de los años en personas muy importantes y de una marcada participación en la transformación personal y social de las generaciones venideras, trabajando en los saberes teóricos, científicos y prácticos, con el acompañamiento, fortalecimiento y rescate de los valores morales y éticos en cada uno y una de sus estudiantes. De esta manera recordamos al profesor por algo peculiar de su ser; incluyendo sus expresiones corporales, su forma de impartir la clase, sus regaños, correcciones e incluso algo más personal, por su orientación sexual o identidad de género.
Partiremos como premisa, a modo de introspección hagámonos las siguientes preguntas: ¿He tenido algún maestro gay? ¿Cómo lo recuerdo? Son preguntas que raras veces nos las planteamos como estudiantes o como profesionales, preguntas que enlazan muchas más interrogantes, que conllevan al análisis de fenómenos sociales dentro y fuera de la esfera de educación, tanto en lo público como privado.
Es muy característico que personas LGBT+ opten por carreras universitarias pertenecientes al campo de las humanidades o profesiones que les permitan relacionarse con otras personas o se desarrollen en trabajos de grupos organizados, docentes en la educación formal, tampoco con esto se quiere generalizar la poca o mucha incidencia que se pueda presentar de acuerdo a las exigencias a criterio personal o institucional. Exteriorizar la orientación sexual y expresiones corporales socializadas como femeninas en un cuerpo de un hombre es inmoral y profesionalmente no apto para educar a demás personas, y es tildado de “poco relevante” al momento de desempeñar un puesto de trabajo. Esto, en el mejor de los escenarios; en otra circunstancia, el despido es inmediato.
De esta manera, en los procesos de selección de personal de cualquier institución educativa (principalmente en las instituciones privadas), se nos cohíbe nuestra personalidad de muchas maneras; no tenemos la misma oportunidad de postular abiertamente a un puesto de trabajo, ignorando el grado académico, talentos extracurriculares y experiencia laboral en el campo de la docencia. Se romantiza la discriminación y la homofobia dentro del centro educativo con el rebozo de “políticas internas y filosofía religiosa”, mismas que aplican también para los estudiantes diversos en muchos casos.
De un estudiante maricón a un maestro gay

A temprana edad cuestionamos y nos confunde nuestra orientación sexual, y es considerablemente normal y aceptable desde nuestra ingenuidad adolescente y desconocimiento de los cuerpos sexodisidentes, existe en esos momentos una presión familiar y social para nuestras actitudes y corporalidades que nos van reconstruyendo como una pieza de yeso, con una propia identidad y expresión de resistencia a la heteronormatividad que sostiene nuestra sociedad.
El acoso y la discriminación nunca se imaginaron crear un fenómeno tan dinámico y potente dentro de la academia en general, pese a que en la educación superior formadora de formadores (UPNFM) no se cuenta con un programa de atención a la diversidad sexual, mucho menos al momento de presentar una denuncia de acoso o discriminación. Nos venden la idea de una falsa inclusión y diversidad étnica y cultural de estudiantes que aloja la máxima casa de estudios formadora de docentes en Honduras, teniendo como antecedentes históricos que es una institución tradicionalmente conservadora, machista, homofóbica y con repetidos actos de discriminación por parte de estudiantes, autoridades, incluso por maestros en los pasillos y aulas de la misma institución.
Irónicamente ahora ya no somos aquellos que nos señalaban en los pasillos del colegio o la universidad, nos llamaban con sobrenombres, nos ridiculizaban, incluso por los mismos docentes. Ahora, como maestros diversos anteponen el título de pregrado antes de llamarnos “maricones o culeros” en el buen o mal sentido que esto represente. Siempre se nos interpelaría incluso de manera directa las mismas incomodidades por los padres y madres de familia a la hora de que un hombre gay sea el encargado de la educación de su hijo o hija, más de alguna vez hemos escuchado cometarios en el proceso de matrícula a inicio de año en los centros educativos que dicen “No lo ponga con fulano de tal porque es del otro lado”, entre otros que se tornan denigrantes y codificadores para el profesional de la docencia.
El sistema educativo privado es el que por lo general presenta las diferentes manifestaciones de discriminación hacia los profesores homosexuales a la hora de su contratación y en el desempeño de sus labores.
Hago hincapié de esta problemática en el sistema educativo privado, porque es este el que por lo general presenta las diferentes manifestaciones de discriminación hacia los profesores homosexuales a la hora de su contratación y en el desempeño de sus labores, no podríamos decir lo mismo del sistema público (claro que hay sus excepciones); en él, la contratación del personal docente es más impersonal y no tan rigurosa en comparación con el sistema privado. Cabe mencionar también que todos estos maestros son orillados a optar por estos espacios en el sector privado por la deficiente, viciada y corrupta selección en los concursos a nivel nacional por la secretaria de educación.
Que el hablar ahora de un maestro gay sea sinónimo de buen trabajo, dedicación y entrega para sus estudiantes y no de rechazo por su forma de comportarse, el replantearse todos estos escenarios es precisamente para que no se sigan reproduciendo todos esos comportamientos de odio y desplazamiento de oportunidades para docentes sexualmente diversos. El accionar de manera inmediata e interpelar todas estas acciones nos puede dar ese repunte a la verdadera inclusión en la educación hondureña y que seamos precisamente nosotros los maestros diversos los llamados a interponer todo aquello que nos margine y discrimine dentro de nuestra profesión y vocación para enseñar a las futuras generaciones de nuestro país.
Pensemos en realidad si los maestros diversos son el problema o es la estructura educacional que no funciona de la manera correcta al momento del proceso enseñanza aprendizaje, quienes somos en realidad los que etiquetamos y codificamos a los seres humanos en los múltiples espacios en los que nos desenvolvemos, los maestros enseñamos ciencia y academia la parte moral y de prejuicios se aprenden en casa y se reproducen en la escuela o colegio, que el respeto a la diversidad sea un pilar más de la educación y que los colores sean utilizados para desechar todo aquello que ha sido tradicionalmente gris en la educación de Honduras.

Activista y defensor de los derechos de las personas LGBTTTIQ+. Ha trabajado con organizaciones internacionales en la protección a personas trans que migran a EUA.