Los incendios forestales como el que actualmente está destruyendo La Tigra, en el centro de Honduras, se deben al vandalismo o a la llamada “cultura del fuego”
Por Francisco Ruiz*
Tegucigalpa, Honduras. Honduras es desde hace décadas uno de los territorios que acumulan año tras año el mayor número de incendios forestales. Muchas de las zonas protegidas del país sufren debido a los incendios que aparecen por oleadas, principalmente en verano debido a las altas temperaturas.
Hay gran cantidad de motivos por los cuales comienzan los incendios forestales como el que esta semana ha estado azotando La Tigra. Esa zona protegida es el pulmón principal de Tegucigalpa y de donde procede el recurso hídrico de la capital.

La cultura del fuego
Es imposible negar que la acción humana es la causa principal de los incendios. Personas inconscientes son los responsables de estas acciones, pero sus hechos quedan en total impunidad.
Los incendios pueden ser provocados accidental o deliberadamente. Bajo las causas deliberadas se halla la denominada “cultura del fuego”, que fomenta la quema de vegetación leñosa (matorrales y bosques).
Las personas dedicadas a la agricultura consideran el fuego como una herramienta para mantener y mejorar la producción pecuaria. Esto es así porque piensan que les ayuda a abrir espacio para prados con hierba de mayor calidad nutricional para el ganado.
Esta creencia tradicional genera un trasfondo social que empuja a usar el fuego como única forma efectiva de “limpiar el monte”.
Desgraciadamente, las oleadas masivas de incendios suponen un desbordamiento de la cultura del fuego para entrar, con motivaciones adicionales de descontento social, en el vandalismo.
La tala y el cambio climático
Podría argumentarse que el cambio climático global, que acarrea calentamiento, incremento de temperatura promedio y mayor frecuencia de eventos meteorológicos extremos, es un resultado de la quema tala inmisericorde de los bosques.
Honduras es suscriptor de varios tratados internacionales de protección del medio ambiente, fauna y flora y recursos hídricos como la biosfera del río Plátano, afectada también por la destrucción causada por el hombre.

El artículo 145 de la Constitución de Honduras dice que el Estado conservará el medio ambiente adecuado para proteger la salud de las personas. En consecuencia, declara que el acceso al agua y saneamiento es un derecho humano.
El aprovechamiento y el uso del agua, agrega, debe ser equitativo y preferentemente para consumo humano. Asimismo, garantiza la preservación de las fuentes de agua para no poner en riesgo la vida y salud pública.
El Estado debe garantizar el derecho a la salud y al medio ambiente. Además debe protegerlos porque de esa manera se garantiza el primer derecho fundamental de la Constitución, es decir, el derecho a la vida.
Es preciso, por ello, endurecer las penas. Los entes de investigación deben acusar de la manera debida a los responsables para que no se sigan repitiendo estos actos delictivos que durante décadas han quedado en la impunidad en el país.
*Francisco Ruiz es licenciado en Periodismo.