El 26 de abril, Día de la Visibilidad Lésbica, evidenciamos todas las violencias que nos atraviesan por ser mujeres y LBTI+
Por Kate Orellana
Tegucigalpa, Honduras. Reconocerme como mujer lesbiana ante una sociedad que está preparada para juzgarte, señalarte y violentarte ha sido el desafío más grande que haya tenido que enfrentar y aquí te voy a contar lo que eso implica en un país como Honduras.
Desde temprana edad tuve que abandonar mi comunidad, mi hogar, mi familia, debido al LGBTI+ odio y desinformación y, después de eso, todo se volvió violento por ser quien soy. Una vida llena de abusos, discriminación, violencias y amenazas, pero mi historia es solo una cifra de los muchos casos que continúan en impunidad.
Por eso me parece importante contarte cómo viví este 26 de abril, el Día de la Visibilidad Lésbica.

Este día conmemoramos toda nuestra lucha por una vida segura con dignidad e igualdad y evidenciamos todas estas violencias que nos atraviesan por ser mujeres y también por ser LBTI+, eso sin contar todas las demás interseccionalidades que de alguna manera se suman a la desigualdad que vivimos a diario.
Esa mañana me levanté temprano y me puse unos tirantes con los colores de la bandera LGBTI+ como representación del orgullo de resistir, aun así, el miedo estaba presente al momento de salir a la calle y ser tan visible.
El pensar en si el taxista podría hacer comentarios inapropiados, si algún fundamentalista me vería y me agrediría, si algún LGBTI+ odiante podría identificarme y eso sería suficiente para atentar contra mi seguridad, todo eso y más en qué pensar al visibilizar quiénes somos, pero tampoco podemos permitir que el miedo nos gobierne y nos prive de la libertad de mostrarnos como deseemos.
Así que abracé el miedo y salí con rumbo al Centro de Arte y Cultura, donde tuve la oportunidad de conocer las experiencias de otras mujeres que han enfrentado situaciones similares en el foro: violencias de género hacia mujeres lesbianas y bisexuales en Honduras.
El primer panel arrancó con las experiencias y los retos de las mujeres lesbianas y bisexuales para iniciar un emprendimiento, donde tuvimos la oportunidad de escuchar cómo nuestras historias suelen estar relacionadas, ya que la violencia tiene sus similitudes.

“Estamos desgastadas por no saber cómo llevar este proceso de nuestra orientación sexual. Me acosan constantemente, diciéndome que me harán mujer o que es porque no he estado con un verdadero hombre”, mencionó Katia Aguilera, panelista lesbiana y emprendedora.
Y su afirmación me resonó tanto porque sé lo que significan esos comentarios y que hay hombres capaces de llevar a la acción esos pensamientos, yo misma sufrí una violación correctiva y lamentablemente no he sido la única.
Reina Izaguirre nos dijo que estas violencias a veces son el resultado de los prejuicios y estereotipos de la sociedad, que incluso cuestionan su orientación sexual por el hecho de ser madre.
“Dicen que no soy lesbiana por ser madre. Es difícil porque mi hijo tiene una maestra religiosa y eso se interpone en la educación que deseo darle”, afirmó.
A diario enfrentamos comentarios como esos y se nos dice todo lo que se supone que está mal en nosotras, pero nadie nos enseña cómo resistir ante tanta violencia, y tantas campañas de odio.
“Si no educamos a la población en general sobre no discriminar no lo vamos a lograr”, mencionó alguien del público.
Y tengo conflicto con ese comentario porque estoy de acuerdo sobre la importancia de educar en estos temas, pero también reconozco lo difícil que resulta eso. La educación en nuestro país muchas veces se vuelve un privilegio, y es ahí cuando debemos volvernos creativas sobre cómo les brindamos esa información de forma que sea sencilla y entendible para todas. Es necesario y a su vez un reto más a la lista.
El segundo panel trató sobre las acciones que hacen las organizaciones de sociedad civil en contra de estas violencias.
El evidenciar que incluso las mujeres organizadas nos encontramos con otros retos como la falta de recursos para el desarrollo de actividades que mitiguen estas violaciones a derechos humanos, el individualismo y necesidad de protagonismo de las mismas organizaciones que genera un desarrollo lento de las acciones realizadas.
“La cooperación no ha desarrollado una estrategia sistemática de apoyo hacia las organizaciones que trabajan con mujeres lesbianas y bisexuales”, admitió la representante de la agencia de cooperación Usaid, doctora Ritza Avilez.
Incluso la representante de ONU Mujeres, licenciada Alexandra Suazo, reconoció la importancia de tomar en cuenta en estos temas.
“No se puede ver un abordaje hacia la interseccionalidad de la violencia si no se menciona a mujeres LBT+”, enfatizó.
El último panel hizo mención de la respuesta que brindan las organizaciones internacionales hacia mujeres lesbianas y bisexuales desplazadas y migrantes.

La directora ejecutiva de Asociación LGBT Arcoíris, Esdra Sosa, nos comentó la importancia del reconocimiento de la migración debido a la violencia basada en género porque esta violencia genera que las personas se desplacen, dejando atrás toda una vida, una historia y mucho más.
Y no olvidemos descentralizar nuestros enfoques porque no es igual ser una persona LGBT+ en la ciudad que serlo en una zona rural del país, donde el LGBT+ odio, el machismo y fundamentalismo están tan presentes como el despertar de cada mañana.
“Me ha tocado negar mi identidad”, dijo Andrew Bonilla, hombre trans a quien le tocó vivir en las calles luego de que su familia lo corriera de su casa debido a su identidad de género.
Lamentamos el hecho de que estas violencias continúen debido a un Estado que se hace indiferente.
“Tenía más expectativas porque nos está gobernando una mujer, pero nos siguen debiendo mucho”, expresó Katia Aguilera.
Comparto su comentario porque incluso se invitó a personas de la Secretaría de Derechos Humanos y, como de costumbre, no se hicieron presentes porque parece que, para ellos, las violaciones de nuestros derechos se visibilizan solo en oficinas donde gozan de aire acondicionado.

Queda mucho por cuestionar incluso nosotras como parte de la población LBTI+ en Honduras y también que reconocer que eres activista y defensora de derechos humanos es de valientes, pero el no desear visibilizarse como persona LGBTI+ también es válido.
No permitas que te digan cómo actuar, ser o vivir, solo tú sabes lo que te hace feliz y es bueno para ti.
El resto del día se realizaron más actividades a las que no logré asistir, pero agradezco a la Asociación de Mujeres Lesbianas y Bisexuales Litos de Honduras por este foro porque estos espacios son importantes y conocer otras historias es motivador para continuar desarrollando mi activismo pero, sobre todo, para continuar resistiendo ante tanta violencia.