La obra no tiene permisos ambientales y aceleró la deforestación en La Mosquitia hondureña, aseguran organizaciones originarias
Por Luis Vallecillo
Tegucigalpa, Honduras. Su oposición manifestaron organizaciones indígenas de La Mosquitia, en el oriente de Honduras, a la carretera entre Olancho y Gracias a Dios que consideran construida con “fondos desconocidos”.
Representantes de los pueblos originarios afirmaron mediante conferencia de prensa, el 28 de abril, que están en contra de que se amplíe la carretera que une Dulce Nombre de Culmí con Wampusirpi, ya que conecta la reserva del río Plátano con la selva virgen hondureña.

Las organizaciones proponen que se lleve a cabo un saneamiento comunitario para respetar títulos de propiedad hasta que haya condiciones para hablar y ejecutar proyectos de infraestructura.
Aunque el ministro de Mi Ambiente, Lucky Medina, manifestó públicamente que iban a cerrar la carretera construida ilegalmente en la reserva, el Gobierno se echó atrás y afirmó que no será destruida.
La posición gubernamental desencadenó la reacción de los movimientos indígenas de La Mosquitia, los cuales mantienen su postura de que la ruta da vía libre a la invasión de territorio ancestral.
Talan el bosque para construir carretera
La falta de permisos de instituciones públicas de protección civil del ambiente es la razón de que se opongan a la carretera, aseguran los consejos territoriales misquitos Rayaka, Diunat, Batiasta, Bamiasta y Makinasta, agrupados en la organización Masta, y la Confederación de Pueblos Autónomos de Honduras (Copah).
Además, aseguran que para realizar esta obra millonaria se taló el bosque, causando un grave daño ambiental al patrimonio ancestral de La Mosquitia. La situación acelera la compraventa de tierras y acrecienta la devastación forestal debido a la instalación de potreros.
En el pasado, los grupos indígenas han denunciado que falsos representantes de pueblos autóctonos, terratenientes ganaderos y hasta el narcotráfico han financiado las obras; no obstante, contradiciendo al secretario de Ambiente, el asesor presidencial, Manuel Zelaya, ha dicho que “se llegó a un acuerdo” para mantener las obras, siempre que no haya más destrucción del bosque.
“Esta calle no trae progreso para nuestros pueblos indígenas. Únicamente acelera la invasión de las tierras indígenas, haciendo más rentable el negocio de compraventa de tierras y de ganadería ilegal en áreas protegidas”, aseguró el presidente del Copah, Donaldo Allen.

Añadió que una solución de este proceso de invasión es llevar adelante el saneamiento, estableciendo quién tiene derecho legal a las tierras y poniendo límite a la usurpación de tierras indígenas.
En tanto, el dirigente indígena Alcides Tomás manifestó: “Ahora que ya está construida la carretera sólo resta un proceso de saneamiento para así tener nuestro propio proceso de gobernanza”.
Por su parte, el presidente de Masta, Elvis Dreno, aseguró que el temor de los 12 consejos territoriales es que, al mantener la carretera, personas que no son del lugar lleguen a apropiarse del territorio. “No se consultó a la población”, dijo.

Si bien los grupos indígenas son conscientes de que La Mosquitia hondureña es una zona aislada y con poca presencia institucional, critican que la instalación de la carretera es de alto riesgo para la selva, calificada como la segunda más importante en América, sólo superada por la Amazonia sudamericana.
En ese contexto, el dirigente Wester Amaya mencionó que la prioridad es buscar los recursos para establecer consultas de desarrollo con la población local y que el Gobierno debe buscar otros mecanismos para el crecimiento de esas comunidades.

En 2016, varias de estas organizaciones territoriales alcanzaron la titulación legal del territorio tras un largo proceso de negociación con el Estado; sin embargo, han estado bajo asedio por la fuerte presencia del narcotráfico en la zona.