No solamente los fundamentalistas practican la exclusión, dice Teddy Baca en esta nota. También es una práctica de ciertos sectores del feminismo
Por Teddy Baca*
Generalmente cuando escribo sobre homofobia, bifobia o transfobia, hago referencia a grupos de odio específicos con el único objetivo de serlo o los grupos fundamentalistas; sin embargo, las prácticas de odio/exclusión hacia gays, lesbianas, bisexuales, trans, intersexuales y queers no es exclusiva de estos grupos. Dentro de la sociedad civil se puede reproducir la violencia, tal como sucede con algunos sectores del feminismo, concretamente el feminismo radical y el abolicionista de género.
Ningún movimiento social o político está exento de la autocrítica. Lo que sucede en este tema es que las militantes de estos sectores suelen negarse a hacer una autocrítica real sobre sus actitudes y acciones contra la diversidad sexual. De haberla, no tuviesen la impunidad que tienen.
Algunos ejemplos a mencionar en el contexto mundial:
- Laura Lecuona, filósofa mexicana, en repetidas ocasiones ha negado la existencia de las infancias LGTBIQ y parece estar de acuerdo con aplicar “terapias” de conversión a menores trans, aún cuando no se trata de una patología y represente una grave violación a los derechos humanos
- En Guadalajara, México, un grupo de feministas radicales agredió fisica y verbalmente a una mujer trans que acompañaba a su novia, una mujer cis con discapacidad, únicamente por pasar en la vía pública contigua a su “mercadita separatista”. Pese a insistir en que las dejaran tranquilas, las rodearon y exigieron que la chica trans se alejara de su novia.
- En España, las cosas no son particularmente mejores, puesto que Lidia Falcón, lider del partido feminista, fue partícipe en una actividad transfóbica contra la “ley trans” organizada por Hazte Oír, organización provida financiada por VOX, partido de ultraderecha. Además de bloquear dicha ley, las feministas radicales de España están muy interesadas en derogar la ley Zerolo, que se encarga de tipificar el delito por odio.
- Hace algunos meses se realizó en la UNAM el evento Aclaraciones sobre el sexo, en el que participaron Amelia Varcárcel y Alda Facio, entre otras radicales, y donde Varcárcel niega el carácter científico de la sexología, se hace una retórica en donde culpan a la lucha de personas trans de “borrarlas” juridicamente, pero, sobre todo, Alda Facio, quien es jurista en Costa Rica, admitió haber intentado frenar el fallo de la CIDH respecto al caso de Vicky Hernández, pidiendo que no se le reconozca como mujer, aún cuando esto signifique un avance que se considera un hito en el reconocimiento de personas trans en Honduras.
- Los constantes comentarios de Luisa Velásquez en contra de los hombres gays, personas bisexuales y personas trans en su blog y redes sociales, negando la opresión que viven estos grupos, justificando las agresiones homófobas y bifóbicas, al punto en donde incluso ha llamado a un genocidio contra todos los hombres.
- Más recientemente, en Reino Unido, tras los comentarios de JK Rowling (quien ha sido abanderada como supuesta defensora de los derechos de las mujeres), donde reconoce y apoya la “lucha” de Matt Walsch, reconocido activista antifeminista y antiaborto en Twitter, se dio a lugar a peleas entre ambos lados, más considerando que este tipo de alianzas se han repetido en varios países con el único fin de derogar o entorpecer leyes que protegen derechos humanos de la diversidad sexual.
Como es evidente, pese a esto, existe poco o ningún abordaje a estos grupos desde un enfoque reparador. La mayoría de acciones han caído en la impunidad y constantemente existen fricciones entre la diversidad y las terfs (feministas radicales trans excluyentes, otra forma de denominar a las radicales abiertamente transfóbicas), este tipo de confrontaciones datan desde hace décadas. Un ejemplo es cuando Janice Raymond colaboró con Ronald Reagan para obstruir el tratamiento de VIH de mujeres trans y hombres gays/bisexuales.
Las terfs también han realizado quemas de banderas de la diversidad sexual, doxeo de activistas gays y un largo etcétera en el cual no creo tener la paciencia de extenderme tanto.
En Honduras hay mujeres pertenecientes a estos grupos, pero desconozco qué tan organizadas estén. Lo que sí es seguro es que, conforme haya más participacion de la diversidad en las esferas politicas, aspecto necesario para la paridad de derechos, eventualmente existirá su abierta oposición a las demandas.
Por supuesto que esto no significa que debamos construir al feminismo en general como obstáculo o amenaza, hay feministas que han mostrado la apertura y una retórica de respeto que creo importante revisar, tal como sucede con Ochy Curiel, Berta Cáceres o Gayle Rubin.
En mi opinión, la sociedad civil necesita estar unida, pero respetar cada reinvindicación; de lo contrario, pasamos por alto la vivencia de cada uno, cuestión que es superior a cualquier teoría que se haga pasar como una verdad absoluta.
Y en la misma vía puedo hacer referencia a varios grupos de “nuevas masculinidades” que no se comprometen hacia la eliminación del heterosexismo y de la homofobia, bifobia y transfobia, pero esta plática ya la he realizado y les invito a leerme al respecto en “Masculinidad y heterosexualidad obligatoria”, un artículo que está disponible en Contracorriente.
Al igual que existen practicas misóginas y racistas en personas de la diversidad sexual, hay actitudes anti-LGTBIQ+ y racistas en varias militantes del feminismo, pero el punto es deshacer esos prejuicios y acciones, no justificarlos.
De lo contrario, el sistema nunca va a cambiar.

*Teddy Baca, psicólogo con Especialidad en Políticas Públicas con Enfoque de Género, Diplomado en Estudios LGTBIQ+, Derechos Humanos y Democracia, autor de El continuum masculino, El diario de Oliver Ramos y Estaré bi-en a tu lado.