La originaria de Sambo Creek, en la costa atlántica de Honduras, huyó de la discriminación en su país y ahora es una destacada activista LGBTIQ+ en Estados Unidos
Texto y fotos de Dashiell Allen
Nueva Jersey, Estados Unidos. “No hay nada más maravilloso que vivir la realidad, que ser tú mismo”, expresa Aneiry Zapata, una activista transgénero y garífuna de 25 años.
Ya son más que seis años desde que Aneiry pisara tierra estadounidense por primera vez, obligada a huir de su nativa Honduras debido a la discriminación que enfrentaba.
En esos seis años ha pasado por todo: por la detención migratoria infrahumana, una depresión y trabajos de 24 horas sin descanso.
En la actualidad se dedica al activismo, tejiendo nuevos lazos entre la comunidad LGBT garífuna de Estados Unidos y empoderando a las nuevas generaciones. Está muy contenta, viviendo en Nueva Jersey con su novio Edisson, a quien ama.
Aneiry lidera, desde hace dos años, el círculo garífuna del Proyecto de Migrantes Negrxs y LGBT (BLMP, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos, con más de 80 miembrxs. Es una organización de base apoyada por el Centro Transgénero de Ley.
En su trabajo de abogacía y activismo, a través de su conocimiento de recursos gubernamentales y comunitarios, conecta a lxs miembrxs de su comunidad en situaciones de vulnerabilidad con la vivienda, el trabajo y un seguro médico.
En cierta forma, es trabajadora social. A través de sus redes sociales recibe a menudo mensajes de personas como ella, emigrando a Estados Unidos, quienes necesitan ayuda. “Aneiry@BLMP.org pueden escribirme”, dice, apuntando su correo.
Latinoamérica es una región peligrosa para todas las comunidades de la diversidad sexual. Solo en el año 2019, el observatorio Sin Violencia registró 319 “homicidios” de personas LGBTIQ+. De esos, 41 fueron de Honduras, una cifra notable para un país de 9.9 millones.

En Honduras, la Red Lésbica Cattrachas registró 122 “muertes violentas” de personas trans desde el 2009 al 2021.
Esos datos no quieren decir que todo sea de color rosa al otro lado de la frontera con los Estados Unidos; de hecho, el Centro Transgénero de Ley ha registrado 137 homocidios “antitrans” desde el 2017.
Una verdadera líder comunitaria
“El aporte a través de BLMP me da vida mientras ayudo a arreglársela a ellos”, explica Aneiry.
“Porque cuando yo recibo un mensaje diciéndome que les aprobaron el permiso del trabajo es una emoción. ‘Oye, Aneiry, gané mi asilo’. ‘Oye, mami, ya me aprobaron el asilo’… Y saber que con mi conexión han podido tener este abogado. Entonces sé que la lucha se está haciendo de una manera correcta”.
Tal vez la parte más importante de su trabajo sea tejer comunidad a través de Estados Unidos, conectando a garífunas de la diversidad sexual en Nueva York, Houston, Nueva Orleans y Seattle en el estado de Washington.
Y Aneiry sabe desde su propia experiencia de vida el tremendo impacto de tener un espacio propio para expresarse libremente y sin miedo.
“Lo sano de crear comunidad es que es un espacio en el que las personas puedan ser”, afirma Aneiry.
“Porque muchas veces no tenemos espacio en nuestras casas.
Cuando vamos creciendo, no podemos decir ‘yo soy una niña, me siento una niña, y al crecer totalmente reprimidxs, te da miedo abrirte al mundo”.
Ese era el caso de Aneiry. Ella contó a Reportar Sin Miedo su trayectoria, desde presentarse como un chico gay y afeminado en Honduras hasta sacar las fuerzas para comenzar su transición de género y sexo, y vivir su realidad como una mujer trans.
“Cuando llegué a mi primer encuentro de BLMP, hace dos años, yo nunca había utilizado un vestido”, recuerda.
“Y fue un evento de BLMP donde yo vi tanta gente siendo libre… entonces algo que quiero es llevar una cucharadita de esa libertad a todas las otras personas que están allá fuera”, dice ella.
“Pero fue allí donde yo nací, donde quiero que sigan naciendo las nuevas generaciones, podamos tener espacios seguros para las generaciones que vienen”.
Desde Sambo Creek a Estados Unidos

Antes de migrar y comenzar su vida de activista, Aneiry, originaria de Sambo Creek en la costa atlántica de Honduras, se fue a Tegucigalpa para ser maestra de educación primaria.
Poco después la despidieron. “En mi carta de despido me escribieron que me despedían por afeminado”, afirma. “No porque daba mal la clase , sino porque querían entrar a mi vida personal”.
“Honduras es un lugar inhabitable para nosotros como LGBT”, dice. “Es que si yo me quedaba, me iban a matar”.
Por ser transgénero y garífuna ella sufrió doble discriminación.
“De las pocas oportunidades que Honduras tiene para ofrecer, nos dan lo que sobra al ser negros. Y al ser LGBT, nos dan lo que sobra de lo que sobró”, sostiene.
Cuando llegó a Estados Unidos, a Aneiry la detuvieron por seis meses, en donde le tocó vivir en un cuarto con más de cien hombres, sin importar que ella es una mujer. “Yo siempre digo que nadie, ningún ser humano, merece estar en un centro de detención”, dice.
Es por eso que Aneiry es también abolicionista; cree en la abolición de todos los sistemas carcelarios y de detención inhumana.
“Soy abolicionista porque considero que el sistema en el que vivimos es una mierda, y no es que el sistema esté funcionando mal, porque está funcionando como lo crearon. Entonces creo que debe abolirse”, explica la activista.
Su propia experiencia la solidariza con lxs compañerxs migrantes detenidxs por todo el país, llevándola a unirse con el Proyecto de Empoderamiento a lxs Detenidxs Queer (QDEP por sus siglas en inglés), con quienes hace visitas a los centros de detención y escribe cartas.
“La primera vez agarré cualquier nombre”, se acuerda, “pero cuando agarré mi lápiz para escribirle, sentí en mi corazón qué escribirle a Aneiry cuando Aneiry estaba en la cárcel, sentía como me estaba escribiendo a mí”.
Con esa persona mantiene una amistad, ya que está liberada y vive en Nueva York.
Después de su detención, Aneiry estudió en Hostos Community College para el trabajo de asistente médica. Le tocaba trabajar en jornadas de 24 horas sin descansar, aunque solo le pagaban 12.
Merece destacar que esta práctica es considerada completamente legal dentro del estado de Nueva York, el cual, según activistas locales, destruye vidas y familias.
La discriminación existe en todas partes
Irónicamente, los pacientes de Aneiry la trataron con la misma discriminación de la que ella había huido. “No pude encontrar un caso porque me regresaban, no querían a un hombre vestido de mujer”.
Eso la llevó al borde de una depresión casi fatal, hasta que encontró a su gente en BLMP.
Aneiry huyó de la discriminación que enfrentaba en Honduras… solo para encontrarla por otro lado. Cuenta la vez que su padrastro transfóbico, en la casa de su madre en el Bronx, la amenazó e insultó. Aneiry llamó a la policía, que llegó cuatro horas después, solo para preguntarle si era una trabajadora sexual.
“Ser trabajadora sexual es un trabajo, pero que vengan a casa porque me están haciendo daño y que me pregunten si soy trabajadora sexual no tiene sentido”, dice.
Durante el verano del 2020, después del homicidio de George Floyd, Aneiry participó en las marchas masivas que tomaron lugar por todo el país, reclamando los derechos de las personas afrodescendientes.
“Creo deberían abolir el Departamento de Policía. Son nefastos, homofóbicos, asesinos, poco profesionales y tienen muchas características que no deberían existir en nuestra sociedad”, dice.
Aneiry toma su inspiración de la famosa activista trans, afro-descendiente y VIH-positiva Marsha P. Johnson, quien participó en los disturbios de Stonewall y se manifestó en contra de las leyes heteropatriarcales de la época.
“Creo que es la activista madre para mí”, dice.

En la actualidad, Aneiry tiene una relación pacífica y estable con sus padres biológicos, que también viven en Estados Unidos, y una de mucho amor y cariño con la familia con la que se crió en Honduras, la cual ya reside en Houston, Texas.
“Tengo muchos privilegios en la actualidad”, dice, “pero hay personas que no los tienen”. Es por ellxs que Aneiry se despierta con ánimo todos los días.
Mientras tanto, termina su maestría en justicia criminal y aspira a ser abogada.
Y ¿su mensaje para la comunidad LGBTIQ+?
“Quiero que sepan de que no están obligados a copiarse a ámbitos sociales, no están obligados a salir del closet si no lo sienten en su corazón. Prepárense para poder hacerlo. Pero no piensen ‘ya salí del closet’. Hagan lo que su corazón les dicte. Y al resto de la población quiero decirle que todo el mundo está pasando por algo. Por ende tratemos de ser amables los unos con los otros hasta donde podamos”.
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