La organización lanzó su campaña Soy resiliente, la cual es parte de los proyectos de acceso a la información y de libertad de expresión y prensa
Por Stephanie Mondragón
Fotos de Leonela Paz y María A. Aguilar
San Pedro Sula, Honduras. Durante la pandemia, la falta de interacción interpersonal llevó a la humanidad a una nueva realidad donde las redes sociales se afianzaron aún más como prioridad para una comunicación efectiva. Sin embargo, lo que debería ser una ventaja para el desarrollo de vínculos personales, profesionales y sociales se ha vuelto en muchasocasiones un canal de odio y constantes ataques.
Luego de la pandemia, la salud mental y la resiliencia son temas prioritarios; por ende, es fundamental entender cómo los retos en línea afectan la salud de los periodistas, sobre todo en una época en la cual esconderse detrás de un nombre de usuario para infringir violencia es mucho más fácil y efectivo en muchas instancias.
Las mujeres periodistas no son la excepción. Según la Unesco, un 73% de estas sufre de ciberacoso con frecuencia utilizando lenguaje misógino para perpetrar un mensaje de odio con el cual se trata de exponer deseos de ejercer desde violencia física hasta sexual.

Las redes sociales solían ser una realidad que se sentía alejada de lo tangible; no obstante, en la actualidad se han convertido en el estimulante del miedo y la ansiedad para muchas comunicadoras.
En Honduras, no hay protocolos establecidos que protejan de la ciberviolencia y los periodistas no cuentan con las medidas necesarias para garantizar la protección de su integridad física, y peor aún, emocional. La salud mental-emocional todavía se trata como tabú y no existe una vía que garantice el acceso a servicios de salud mental por riesgos profesionales o estrés postraumático, llevando a casos desatendidos de ansiedad, estrés crónico, traumas, pánico y depresión.
En 2020, Reporteros de Investigación publicó el reportaje “Periodistas de Honduras con deterioro en salud mental sufren trastorno depresivo, ansiedad, estrés… debido a recurrentes ataques”, donde exponía 11 casos de periodistas con secuelas mentales luego de amenazas como consecuencia del ejercicio de la profesión. Siete de las víctimas eran mujeres y cuatro hombres.
El encargado del programa de comunicación e información de la Unesco, Jamion Knight, declaró que uno de los motivos por los cuales se necesita un programa como Soy resiliente es porque “es difícil reconocer que los ataques afectan la salud mental y cuandono se reconoce, es difícil mejorar”.
Por ende, el organismo internacional, por medio de su oficina multicultural, ha decidido lanzar un proyecto que no solamente abra una conversación respecto a la problemática, sino que también sirva de apoyo a aquellas víctimas de ciberacoso y ciberviolencia que no han encontrado recursos para enfrentarse a las debilitantes situaciones vividas que dejan como consecuencias ansiedad, miedo, ataques de ansiedad y estrés postraumático, entre otros.
Esta iniciativa busca ir más allá de sólo brindar información y es por esto que se basa en ciertos pilares que garanticen una cobertura más integral de cada caso específico. Estará dividida en una academia virtual de liderazgo y resiliencia donde se ofrecerán cursos y talleres acerca de la violencia en línea y salud mental, laboratorios de comunicación y el establecimiento de redes de apoyo para mujeres periodistas.
Conversatorio “Fortaleciendo la resiliencia de las mujeres periodistas frente al acoso en línea y los ataques digitales”

El ejercicio del periodismo en Honduras es muy difícil cuando se habla de derechos humanos, pero, según Knight, los conversatorios son necesarios para generar conciencia de lo que las mujeres periodistas enfrentan y cómo esto afecta su salud mental.
Las periodistas Dunia Orellana, Leonela Paz, Samantha Lagos y Maryin Arauz tuvieron la tarea de compartir sus diferentes experiencias en su carrera profesional y cómo han lidiando con las diferentes situaciones que han tratado de amedrentar, silenciar, desacreditar y violentar sus derechos como mujeres y periodistas.
Bajo la moderación de Aldo Romero, en un auditorio de Ceutec en San Pedro Sula repleto de invitados, estudiantes, periodistas y catedráticos las cuatro voces se unieron para hablar de cómo ser resiliente ante la violencia y superar los obstáculos a los que constantemente se ven sometidas al ejercer.
Leonela Paz arrancó el conversatorio denotando que ser mujer periodista la convierte en una persona doblemente resiliente. Entretanto, Maryin declaró que una correcta preparación mental, emocional, espiritual, intelectual y el fortalecimiento personal logran alcanzar este estatus que al parecer está intrínseco en el ejercicio de la profesión más bella del mundo.
Para Samantha, ser resiliente es la única opción; esto significa luchar contra los estigmas que están todavía presentes en una sociedad tan conservadora como la hondureña. Dunia Orellana, por otra parte, opinó que se quieren más mujeres fuertes en los medios de comunicación en lugar de mujeres objetos que están encasilladas en un estándar superficial que las coloque nada más como una imagen y no como profesionales.

En muchas instancias de la ciberviolencia, los agresores llegan a atacar a la periodista por solamente ser quien es y mostrarlo abiertamente. Es por esto que muchas mujeres deciden no publicar elementos que detallan aspectos de su vida personal, dado que en la mayoría de los casos también sus familias se ven afectadas indirectamente por la impotencia al no poder actuar para ayudar a sus seres queridos o por convertirse en blancos de agresiones directas luego de exposición y relación con las mismas.
En estos casos, el acoso o ciberviolencia tiene un trasfondo más complicado. Según Leonela Paz, esto puede deberse a asuntos de interés político o económico. Frecuentemente, los agresores llegan a utilizar el método de la degradación para insinuar escasez de dignidad en la periodista y así desacreditarla utilizando montajes pornográficos o realizando constantes ataques a su imagen, manera de vestir, hablar, relaciones o preferencias.
De la misma manera, se mencionó que la transgresión de un sistema arcaico es necesaria. “El solo hecho de pensar diferente es un reto y obstáculo para muchos”, dijo Samantha. Sin embargo, también declaró que una vez que una persona se enamora del ejercicio del periodismo ya no hay vuelta atrás y no se puede parar.
El poder masculino ejercido por hombres y mujeres también tuvo espacio en la conversación. Las panelistas se debatían entre diferentes experiencias de falta de empatía en su carrera y como conclusión denotaban la necesidad de sororidad entre mujeres, redes de apoyo que permitan fortalecer lazos para un bien común que garantice los recursos de protección ante diferentes ataques.
Cabe mencionar que estos espacios no son fáciles de lograr, pues actualmente los medios de comunicación no otorgan el tiempo suficiente para que sus periodistas se capaciten en materias que contribuyan a un mejor ejercicio de sus funciones o mejor estado mental o emocional porque la ansiedad, depresión, desorden de estrés postraumático ni ataques de pánico están catalogados como riesgos profesionales para periodistas.
Realidad de Honduras

En Honduras, la libertad de prensa y de expresión realmente queda inhabilitada si toca algún interés económico o político, sumándole a esto el nivel de sometimiento de las mujeres y el control de la religión en el desarrollo del país que todavía frenan muchos de los procesos en materia de derechos humanos.
Un fiel reflejo de esto es que muchas veces aún haciendo periodismo de calidad las periodístas se ven enfrentadas a una batalla constante de discriminación y desacreditación solo por el hecho de ser mujeres y tener la valentía de tomar perspectivas diferentes.
La presidenta del capítulo norte del Colegio de Periodistas de Honduras, Lisseth García, invitó a que se siga haciendo periodismo con responsabilidad, pues muchas veces tenemos que reconocer que necesitamos apoyo. También resaltó que es necesario hacer públicas las denuncias como otra medida de garantía para las periodistas.
Asimismo, Nora Sagastume, de C-Libre, compartió que la organización cuenta con espacios psicosociales que se nutren con talleres y espacios de fortalecimiento para periodistas en situaciones de riesgo.

Después de todos los temas discutidos, las preguntas todavía continúan: ¿Qué hacer para que las instituciones del Estado den garantías? ¿A quién me apego? ¿Qué hacen las garantías de protección para las mujeres periodistas? ¿Hacer buen periodismo es justificación para el ciberacoso y ciberviolencia?