El líder garífuna Darwin Pérez nos cuenta la realidad de su pueblo cuando se recuerdan los 226 años de la llegada de los garífunas a Honduras. “Si sobrevivimos, es gracias a las comunidades”, asegura
Por Darwin Pérez
Fotos de Darwin Pérez
San Pedro Sula, Honduras. Amo mi cultura como garífuna y la represento adondequiera que voy porque esas son mis raíces. Lastimosamente, los garífunas y los pueblos originarios en Honduras tenemos oportunidades limitadas y las autoridades poco o nada apoyan a nuestras comunidades.
Si sobrevivimos, es gracias a las mismas comunidades, a los esfuerzos que hacen nuestras familias desde el extranjero para apoyar y sacar las comunidades a flote. También debemos tomar en cuenta el trabajo de las personas garífunas que viven en Honduras, en nuestros poblados y ciudades. Somos los que ayudamos poco a poco al crecimiento y desarrollo de nuestras comunidades.
Como personas LGTBI y garífunas en Honduras, solo por el hecho de serlo, por nuestra piel, sufrimos mucho más. Sufro por ser garífuna. Si le sumo el hecho de ser LGTBI, la verdad me toca sobrevivir y sobrellevar las situaciones cuando salgo a la calle, cuando estoy en un centro comercial, cuando voy a un banco, cuando estoy en lugares públicos, porque son cosas que ocurren diariamente aquí en Honduras.





Toca porque esa es la cultura a la que pertenezco, ese es mi color y personalmente flameo mi bandera de la diversidad porque es la población a la que pertenezco. Primero soy garífuna, después LGTBI. Soy las dos cosas con mucho orgullo.
La verdad es que la discriminación en Honduras es cada vez mayor y se ejerce en todos los ámbitos, tanto en el Estado como en cualquier nivel o lugar al que acudamos. Es preocupante para la población garífuna porque estamos en el Mes de la Herencia.
Este 12 de abril estamos cumpliendo 226 años de existencia, de haber llegado aquí a Honduras y todavía nuestra población no acepta, valora ni respeta a cada una de las personas independientemente de su color de piel. Y eso sin mencionar a las personas que pertenecemos a la diversidad.
Los garífunas tenemos más de doscientos años de haber venido a Honduras, pero todavía queda mucho que mejorar en el país.
Aún quedan muchos espacios que debemos respetar, muchos espacios por los que nos toca seguir luchando.