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8 de marzo: larga historia del Día Internacional de la Mujer

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Debemos reconocer a las mujeres como productoras de riqueza, cambiar la violencia y explotación para que disfruten de sus derechos negados

Por Blanca Guifarro

Tegucigalpa, Honduras. Hace ciento quince años (1910-2025) que en la II Conferencia de Mujeres Socialistas, reunidas en la Casa del Pueblo en Copenhague, Dinamarca, Clara Zetkin, alemana, sindicalista, socialista y feminista, propuso que el 8 de marzo se declarara Día Internacional de la Mujer.

Tener un día significó reconocer a las mujeres como fuerza de trabajo, productoras de riqueza y, al mismo tiempo, reconocer una realidad de subordinación, discriminación, violencia y explotación en la que viven las mujeres, una realidad que debe cambiar para disfrutar de sus derechos negados.

A partir de 1911, se empezó a celebrar este día en Europa.

Hace 50 años que la organización de Naciones Unidas (ONU), en reunión del 18 de diciembre de 1972, declaró el año 1975 como el Año Internacional de la Mujer al reconocer las disparidades entre mujeres y hombres y la necesidad de incidir en los Gobiernos signatarios para encaminar los esfuerzos por los derechos de las mujeres a nivel de legislaciones nacionales y coadyuvar en procesos educativos contra la discriminación femenina. En México se llevó a cabo la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, desarrollada el 18 de julio de 1975. 

Las mujeres y su realidad como punto de partida, la lucha contra la discriminación femenina, la necesidad de tener una participación plena en la sociedad y el reconocimiento de las mujeres en la paz mundial.

Cincuenta años es un largo tiempo y a la vez corto camino, dada la magnitud de los problemas, los poderes hegemónicos y las fuerzas conservadoras que entre la fuerza e influencia de los Estados logran retroceder en los avances de derechos y de la vida de las mujeres.

De aquí en adelante se llevaron a cabo tres conferencias mundiales en 1980, 1985 y 1995. Los ejes centrales siguieron el ritmo de la problemática histórica de las mujeres, los esfuerzos de los gobiernos locales e impulsar políticas públicas tendentes a romper moldes culturales en los cuales, bajo los cuales, las mujeres viven en el mundo.

Cincuenta años es un largo tiempo y a la vez corto camino, dada la magnitud de los problemas, los poderes hegemónicos y las fuerzas conservadoras que entre la fuerza e influencia de los Estados logran retroceder en los avances de derechos y de la vida de las mujeres.

A pesar de esto, los avances no se pueden esconder, desde la conciencia colectiva de las mujeres y su lucha permanente, basada en el conocimiento de sus derechos, su exigencia y la presentación de propuestas ante los gobiernos; hasta cambios en el lenguaje patriarcal y la aplicación de legislación protectora de sus derechos, que ha sido posible gracias a su lucha y al empuje de las organizaciones internacionales.

En Honduras se celebró por primera vez el 8 de marzo, en 1986; fue la Organización de Mujeres por la Paz Visitación Padilla quien convocó a una conferencia nacional, la que centró su agenda en la realidad socioeconómica, política y cultural de las mujeres, el derecho a la paz, la lucha contra el armamentismo en Centroamérica, contra la intervención militar estadounidense en Honduras, la justicia y la soberanía nacional.

En la coyuntura actual, los derechos de las mujeres y especialmente la sexualidad de las mujeres sigue siendo un tema y un problema sobre el que se construye la subordinación femenina. La lucha por tener una ley integral de educación sexual es parte de la agenda feminista. Una educación sexual que se traduzca en un disuasivo de la violencia sexual y al mismo tiempo en la apropiación de la libertad y la soberanía de los cuerpos de las mujeres y los pueblos.

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