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Nuestra existencia, nuestra memoria

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Desde Tegucigalpa a Buenos Aires y Nueva Orleans, el Archivo Honduras Cuir preserva y celebra la vida trans y cuir a través de la memoria, la resistencia y la solidaridad transnacional

Por Nahil Zerón y Edith Romero

Publicado originalmente en Nacla

Tegucigalpa, Honduras. Sentada delante de la cámara, Abigail se introduce para comenzar su narración. Es el día 11 de enero de 2025 en Tegucigalpa y está en la sala de habitación de Dany Barrientos, el cofundador de Archivos Honduras Cuir. “Mi nombre is Abigail Galindo”, dice, mirando fijamente a la cámara, “soy de Tegucigalpa, Honduras, y nací el 1 de diciembre de 1970… Soy una persona sobreviviente de los transfemicidios de los años 80 y 90”.

Desde la década de nacimiento de Abigail, en el contexto de finales del siglo XX,  Honduras entró en una serie de procesos sociopolíticos cruzados por distintos actores que ejercieron el orden y control. En la década de 1970, los triunviratos militares se instalaron como forma de gobierno. En la década de 1980, el supuesto regreso a la democracia fue marcado por la nueva Constitución de la República de 1982, y la década de 1990 se caracterizó por la llegada del neoliberalismo. En estos tres escenarios históricos podemos verter las palabras de Abigail al mencionar que es una sobreviviente de años marcados por la violencia y represión.

La entrevista con Abigail busca preservar en nuestra memoria disidente hondureña el inicio del Archivo Honduras Cuir, una iniciativa que busca renombrar las existencias sexo-género disidentes fuera de la lógica de la historia oficial de Honduras. También marca el encuentro de dos corporalidades cuya convergencia marcó un proceso de retorno a nuestro núcleo y ombligo disidente. El diálogo entre Dany y Abigail, cofundadores del Archivo, narra el inicio de este espacio de memoria colectiva que busca visibilizar la lucha, comunidad, y vidas de la comunidad cuir en uno de los países más peligrosos para las mujeres trans.

El Archivo es un abanico de miles de sentires, documentos, colecciones de fotografías personales, fuentes hemerográficas y materiales multimedia que captan la historia cuir de Honduras desde los años 1970 hasta el presente.

El Archivo es un abanico de miles de sentires, documentos, colecciones de fotografías personales, fuentes hemerográficas y materiales multimedia que captan la historia cuir de Honduras desde los años 1970 hasta el presente. El Archivo usa la palabra cuir en vez de la palabra en inglés “queer” para describirse y la comunidad de disidencias sexuales, un término que en sí es una declaración política de autonomía que acierta la definición propia y se pone en oposición a fuerzas del norte anglosajonas que buscan definir nuestras comunidades en sus propios términos. 

Quien cuenta la historia decide a quién nombrar o excluir. El Estado de Honduras no menciona a Sigfrida Shantall, la primera persona hondureña en realizarse una cirugía de cambio de sexo, y su histórica lucha por el reconocimiento legal de su identidad como mujer. Tampoco reconoce la criminalización de Abigail cuando fue detenida en la década de 1990 por medidas “sanitarias” aplicadas a trabajadoras sexuales o a las muchas vidas criminalizadas por ser trans, por ser cuir y por no seguir las normas sociales del país. En el transcurso de su vida como mujer trans y trabajadora sexual, Abigail fue detenida por la policía un total de 25 veces.

Además de objetos inanimados que preservan historias invisibilizadas, el Archivo es memoria viva, como la de Abigail, quien vivió en carne propia la discriminacion, el miedo a la violencia y la impunidad ante los asesinatos de muchas de sus amigas trans. Nombrarse sobreviviente de los transfemicidios de los años 1980 y 1990 implica honrar la memoria de aquellas compañeras que sí fueron víctimas de la violencia estructural del país. En esos años, las redadas policiales respondieron a una lógica higienista del Estado hondureño, que preparaba el terreno para un siglo XXI donde las corporalidades travestis/trans no tenían cabida.

ARCHIVO HONDURAS CUIR. Un artículo de La Tribuna del 14 de noviembre de 1997 donde Abigail aparece como víctima de una redada policial en Tegucigalpa. El texto refleja lenguaje despectivo e incorrecto hacia trabajadoras sexuales trans y evidencia el control estatal mediante el requisito de la «documentación sanitaria». Foto: Archivo Honduras Cuir

Convergencia en un territorio de sobrevivencia

“Me llamo Dany Ernesto Barrientos Ramirez, tengo 40 años, nací el 23 de octubre de 1984 en Comayagûela. Mis padres son refugiados y sobrevivientes del conflicto en El Salvador, por eso soy hondureño, pero toda mi familia es salvadoreña. Así que siempre he tenido como esa dualidad en identidad de sentirme o hondureño o salvadoreño, una cosa como a la mitad”.

Por su parte, Dany experimentó su vivencia en medio de un mar de dudas y conservadurismo social, consecuencias de lo que se había gestado en décadas previas que Abigail logró sobrevivir. Su familia, atravesada por la guerra civil en El Salvador, fue víctima de un gobierno autoritario y oligárquico que, además de exacerbar la pobreza e inequidad, fue el autor de miles de muertes de salvadoreñes, entre ellos personas que se oponían ferozmente al régimen fascista. La época de la guerra civil fue sangrienta, donde múltiples matanzas de comunidades rurales fueron hechas a manos de las fuerzas militares con la ayuda material y política de Estados Unidos. Esto llevó al desplazamiento forzado de miles de salvadoreñes, incluida la familia de Dany, a otras partes de Centroamérica.

“Soy un hombre homosexual, abiertamente homosexual, y exmormón”, continúa Dany. “Eso fue muy intenso”. Salir de la heteronormatividad en una familia marcada por la migración forzada debido a la violencia significó entender que también era necesario migrar de los sistemas de opresión que atraviesan nuestras vidas. Como la experiencia de Dany señala, esos momentos donde decidimos elegirnos y migramos de la heterosexualidad son actos que nos salvan la vida.

Las historias de Dany y Abigail, aunque paralelas, transcurren en un mismo territorio donde la sobrevivencia se convierte en el eje y en el hilo con el que bordamos nuestras memorias colectivas.

Las historias de Dany y Abigail, aunque paralelas, transcurren en un mismo territorio donde la sobrevivencia se convierte en el eje y en el hilo con el que bordamos nuestras memorias colectivas. Partimos de sus enunciaciones en primera persona para comprender las realidades fragmentadas que vivimos las personas sexo-género disidentes en Honduras. Entre la prohibición de un Estado que nos niega y nuestra propia forma de nombrarnos al margen, emergen actos de resistencia, como aquel primer gesto de Abigail para desafiar la cisnormatividad: “Soy activista desde los 16 años. Mi primer activismo fue cuando salí por primera vez con mi ropa de mi género femenino, que era para visibilizarme y para que la sociedad entendiera de que si existimos como mujeres transgénero en nuestro país”, cuenta Abigail.

Desde el Archivo Honduras Cuir, decidimos que el 27 de mayo de 2022 se convirtiera en una fecha de celebración: el día del primer encuentro entre Abigail y Dany. Un hecho ocurrido en el corazón de Tegucigalpa que marcó el inicio de un sinfín de memorias sexo-género disidentes, capaces de desafiar las narrativas oficiales de la historia de este país.

Abigail tenía interés en conocer a Dany por su amiga La Paquita, una abogada trans sin expresión de género, quien le dijo que había una persona interesada en hablar con ella. “Se llamaba Dany Barrientos y le había dado mi número”, cuenta Abigail, “porque él andaba buscando mujeres trans que habían pasado los 50 años, porque aquí en Honduras una mujer trans de los 50 años en adelante ya consideran de la tercera edad, por el índice de violencia y de los asesinatos”.

El tiempo para las corporalidades fuera de la cisheteronormatividad transcurre de manera distinta. Como reflexiona Dany, “las vidas de las personas de la diversidad, pero especialmente las personas trans, son sumamente fugaces y rápidas”. Rompemos con mandatos lineales de opresión que nos categorizan desde el nacimiento, que nos limitan en el crecimiento y nos condicionan hasta la muerte. Como resultado de la violencia sistémica, muy pocas veces las mujeres trans en Honduras llegan a la edad de 35 años, pero nuestras existencias, regidas por la sobrevivencia, desbordan los marcos socioculturales. “La memoria es esa llama que arde rápido también”, añade Dany, “y que tiene la capacidad de hacer una activación política”.

Abigal recuerda bien su primera conversación con Dany: “Me dijo por teléfono que le llevara algunas fotografías… y empaqué algunas, las más bonitas decía yo, le llevé como 132 fotografías”, continúa Abigail. “Luego Dany se fue para Argentina y yo le entregué las fotografías a él”. En aquel momento, Abigail confió en que sus fotografías no podían quedar en mejores manos. Atravesaba un proceso de salud complejo que la llevó a perder una de sus piernas, mientras dudaba sobre su propia supervivencia. Sin embargo, Abigail aún nos acompaña. No lo sabía todavía, pero esas 132 fotografías serían el inicio del primer archivo sexodisidente en Honduras, convirtiendo a Abigail en nuestra guía disidente en la memoria trans hondureña. Eventualmente, entregaría cientos de sus fotos a Dany y al Archivo.

Su encuentro con Dany se convirtió en un espiral del que seguimos siendo parte.

Memoria que transversa naciones

“Yo creo que ese fue el primer acto de magia que mandaron, la primera escarcha que cayó del cielo”, cuenta Dany sobre aquel viaje a Argentina en 2022. “Porque [Buenos Aires] es una ciudad de millones de personas con millones de bares y yo me senté en un bar y ahí estaba un calendario del Archivo de la Memoria Trans”. Dany habla sobre el momento que le llevó a su introducción al equipo del Archivo de la Memoria Trans, un acervo con más de 15,000 documentos que narran, capturan, preservan y recopilan la memoria colectiva trans en Argentina. El Archivo de la Memoria Trans cuenta la historia trans en Argentina desde inicios del siglo XX, es un espacio comunitario que ha inspirado otros proyectos de memoria colectiva, entre ellos el Archivo Honduras Cuir.

Unos meses después de que Abigail y Dany se conocieron en Tegucigalpa, Dany se encuentra con Luis Juárez en Buenos Aires. Hondureño como él, Dany muestra a Luis una colección de más de 500 fotos tomadas por Abigail desde sus 16 años. “Luis se volvió loco cuando miró las fotos”, recuerda Dany. “Me dijo: ‘Tienes que hacer de esto un archivo. Sí, puedes hacer todo lo artístico que querás, pero el documento se tiene que conservar como está así. Te voy a introducir el Archivo de la Memoria Trans y te tenés que empapar de eso’”. El nombre del Archivo Honduras Cuir nació en un café en Buenos Aires, producto de las conversaciones e ideas de Dany y Luis —una creación de la diáspora hondureña fuera de las fronteras del país. Como diría Dany, las ancestras volvieron a invocar su magia y guiar la travesía que daría el paso al archivo, creando vínculos en Honduras, Argentina y otras partes del mundo.

Desde sus inicios, el Archivo ha desafiado fronteras y Estados que violentan y deshumanizan. Empezando con ese primer encuentro entre Dany y Abigail, el archivo ha cruzado miles de millas de tierra que ha sido testigue de colonización, militarización y migración forzada. Con ejes en Tegucigalpa, Buenos Aires y Nueva Orleans en Estados Unidos, el Archivo ha conectado a la diáspora centroamericana, reafirmando la identidad trans hondureña, cuestionando la invisibilidad que ha forzado el Estado hondureño sobre nuestra existencia y celebrando la comunidad, cariño y dedicación que se ha formado en torno al Archivo. Como dice Abigail, “estas personas son parte de mi historia. Aunque sea un poquito… Para mí, la memoria es eso, es recuperar la historia”.

Más allá de crear espacios para las personas de disidencias sexuales de Centroamérica, nuestro sueño es que el Archivo inspire e impulse múltiples archivos de comunidades invisibilizadas por el Estado.

La historia del Archivo es una de amistades y vínculos de cuidado, como la amistad profunda entre Dany y Abigail y su travesía a través de complicaciones médicas debilitantes y una amputación. Estas relaciones desafían y rompen fronteras, formando vínculos entre personas de disidencias sexuales en diferentes partes del mundo que afirman la existencia misma y estableciendo una comunidad de apoyo para no solo sobrevivir, sino florecer. Más allá de crear espacios para las personas de disidencias sexuales de Centroamérica, nuestro sueño es que el Archivo inspire e impulse múltiples archivos de comunidades invisibilizadas por el Estado.

“Yo deseo para el Archivo que se consolide como un espacio centroamericano de disidencias sexuales”, dice Dany. “Espero que el Archivo sea el semillero de múltiples archivosv—de personas afro, de personas tawahka, un archivo de personas campesinas—, siempre de disidencias sexuales, y que el proyecto pueda andar sin nosotros y sin nosotras cuando ya no estemos”.

Con estos vínculos, el Archivo se encuentra como una propuesta y práctica comunitaria y de liberación, en rechazo a lo hegemónico, colonial y patriarcal. Proveniente de zonas marginalizadas de Tegucigalpa, de una mujer trans activista y trabajadora sexual que con su cámara tenía la intención de capturar sus amistades, su comunidad y su vida. El trabajo de preservar las fotos, de escanearlas, guardarlas y compartirlas también ha sido un proceso comunitario donde entran en la historia múltiples voluntaries.

“Para mí, la memoria es un acto político”, afirma Dany. “Es el hecho de destronar la memoria queer, es el destronar de lo hegemónico, de lo patriarcal, es no pedir permiso para existir y decir: Aquí estamos y esto fue, y así existió nuestra vida”.

El archivo en Nueva Orleans

PRESENTE EN EUA. Fotos de la exhibición en Nueva Orleans, 19 de octubre de 2024. (Bebel DeMoura Nilo)

Las palabras de Dany resuenan no solo con la comunidad cuir de Honduras, sino también con la comunidad inmigrante en los Estados Unidos. Interpelan a miles de personas —entre ellas, mujeres trans hondureñas y de muchos otros países— detenidas en centros donde se enfrentan a un sinfín de abusos por tratar de migrar por mejores condiciones de vida. En octubre del 2024, el Archivo una vez más rompió fronteras y abrió horizontes al estar presente en una exhibición en Nueva Orleans. El proyecto llegó allí gracias a un vínculo que comenzó en 2023 vía redes sociales con Edith Romero, coautora de este artículo, activista e investigadora hondureña cuir, quien reside en Nueva Orleans. De esa forma, el Archivo tejió redes de apoyo transnacional y generó conciencia sobre la historia cuir hondureña en diferentes rincones del mundo.

En Nueva Orleans, encontramos una comunidad hondureña amplia que se ve aterrorizada por las leyes antiinmigrantes de un Gobierno racista y fascista. Es un Estado que niega la violencia de un sistema de opresión que roba y separa familias a través de una agencia policial y de vigilancia llamada ICE (U.S. Immigration and Customs Enforcement). Allí, al igual que en Tegucigalpa, las comunidades cuir enfrentan violencia estatal, impunidad y discriminacion por ser parte de las disidencias sexuales, por ser inmigrante o por ambas razones.

Localizada en el estado de Louisiana, en el sur de Estados Unidos, Nueva Orleans fue una de las ciudades portuarias donde la United Fruit Company (UFCo) estableció  oficinas durante el auge bananero, entre las décadas de 1930 y 1970. La UFCo transportaba bananos, producidos de la labor explotada de miles de trabajadores hondureñes y migrantes afrocaribeños y sus descendientes, a través de barcos que partían de la costa de Honduras y llegaban al puerto de Nueva Orleans. Las bananeras no solo eran industrias de explotación y extracción en Honduras: también obtuvieron grandes concesiones de tierras y exenciones aduaneras mediante tratos corruptos con jefes de gobierno de Honduras, estableciendo prácticas de corrupción e imperialismo que se ven hasta hoy.

El dinero ensangrentado de la UFCo se encuentra ahora en la Universidad de Tulane, en la dotación de fondos del jefe de las bananeras Sam Zemurray, quien los dejó a la universidad. De alguna manera se podría decir que la exposición del archivo en Nueva Orleans fue un gesto minúsculo de las reparaciones gigantescas que la UFCo le debe a la comunidad hondureña. Los fondos que hicieron posible el viaje, transporte, hospedaje y materiales para la exposición fueron conseguidos a través de un programa de servicio comunitario de Tulane en el que participaba Edith.

COMUNIDAD CUIR. Dany Barrientos, cofundador del Archivo Honduras Cuir; Arely Westley, activista hondureña trans; Edith Romero, activista e investigadora hondureña cuir; Gabriela Abigail Redondo, activista hondureña trans del Colectivo Unidad Color Rosa. Foto: Archivo Honduras Cuir

Hoy en día, Nueva Orleans es la ciudad con la comunidad más grande de personas hondureñas fuera de Honduras, una fuerza de trabajo que ayuda a reconstruir a la ciudad después de cada huracán. Entre esta comunidad se encuentran Edith y Arely Westley Kafati, ambas inmigrantes. Arely, una mujer trans hondureña, activista y luchadora por los derechos de inmigrantes en los Estados Unidos, se sumó a los vínculos que el Archivo venía tejiendo. Su participación en la exposición ayudó a enlazar la lucha de las mujeres trans en Honduras con la lucha de mujeres trans hondureñas que migran al norte, enfrentándose con una de las fronteras más militarizadas del mundo, centros de detención inhumanos y discriminación por su identidad.

Arely fue acompañada también por Gabriela Abigail Redondo, activista trans hondureña del Colectivo Unidad Color Rosa de Honduras, junto con Edith y Dany. Juntos, se solidarizaron más allá de las fronteras, tejiendo una obra de memoria basada en la resistencia, la supervivencia y la exigencia compartida de justicia.

Memoria en movimiento

La exhibición en Nueva Orleans trajo la memoria viva de Abigail y sus amistades cuir de décadas a Estados Unidos y a la conciencia de la diáspora hondureña. Con más de 40 fotos, documentos y objetos, la noche de la exhibición ofreció un espacio de reflexión sobre las historias que se nos han negado por décadas: la lucha, la tristeza, la alegría, la rabia que atraviesan las vidas cuir en Honduras. ¿Cuántas vidas, luchas y relatos de valentía e injusticia nos ha robado el Estado hondureño? La exhibición ofreció un tour bilingüe —en español e inglés—, asegurando un espacio accesible para la diáspora latinoamericana. Entre las imágenes en la exhibición encontramos capturas de fiestas cuir y concursos de belleza de los años noventa, espacios usualmente escondidos en las ciudades de Honduras, donde la comunidad cuir se podía sentir más segura expresando sus identidades y forjar el movimiento LGTBQ+ que se ve en Honduras hoy en día.

¿Cuántas vidas, luchas y relatos de valentía e injusticia nos ha robado el Estado hondureño?

El Archivo llevó a Nueva Orleans un tesoro para la diáspora hondureña y latine, el tesoro de presencia y de refutar la invisibilización que hay en la historia oficial de Honduras. Sus esfuerzos han amplificado las historias de mujeres trans que construyeron la resistencia cuir, como la feroz Alma Violeta, estilista reconocida en los años 70 por su talento, belleza y firmeza al exigir su derecho a vivir con dignidad como mujer trans. Así, el Archivo se posiciona como una fuente de producción de saberes, de contracultura, de lucha y de creación de espacios para recordar, preservar, recuperar, celebrar e inspirar nuevas fuentes de memoria colectiva.

“Jamás pensé que mis fotografías iban a estar así, como que las iba a conocer de muchas personas a nivel mundial”, observa Abigail sobre los cientos de fotos que fueron tomadas con sus propias manos, detallando su vida íntima, sus amores, sus amigas, sus momentos de valentía y tristeza que vienen al acordarse que muchas amigas trans ya no están con nosotres.

HISTORIAS. Foto de Escarcha junto a amiga en un convivio circa 1996. (Archivo Honduras Cuir)

Abigail nos recuerda cómo la migración y desplazamiento han sido siempre conceptos atados a las comunidades y vivencias trans. Vivir en una de las regiones más afectadas por el cambio climático, la desigualdad y la intervención imperialista empuja a las  disidencias sexuales a moverse constantemente. A esto se suma la militarización de las fronteras y la deshumanización hacia los inmigrantes que se lleva a cabo en Estados Unidos. La experiencia migratoria fue documentada en la exhibición por Scarcha Montes de Oca, una mujer trans de una zona rural de Honduras quien recopiló su trayecto a los Estados Unidos con fotos, cartas, y recibos. Estos testimonios visibilizan los múltiples niveles de vulnerabilidad, opresión y resiliencia que enfrentan las personas trans migrantes.

“Las personas de la comunidad vivimos siempre en espacios que están muy sujetos a desastres naturales, o nos desplazamos, o vivimos un día en un lugar y dentro de un mes estamos en otro lugar, y las fotos se van perdiendo”, dice Abigail. “Rescatar los testimonios, que también son muchísimo más valiosos en el amplio sentido, son parte del archivo”. Abigail evoca no solo los desastres naturales que hemos enfrentado en Honduras, sino la pérdida de objetos de memoria y de la estabilidad económica que esto conlleva. Nueva Orleans y Louisiana también han sido “zonas de sacrificio” donde las petroleras y fábricas de plástico abundan —causando una de las cifras más altas de cáncer, especialmente en comunidades de color rurales— y donde huracanes e inundaciones son extremadamente comunes, como la devastadora Katrina en 2005. Cada vez que un huracán azota Honduras o Louisiana, producto del cambio climático, la comunidad cuir sufre pérdidas profundas: vidas, hogares, estabilidad y memoria.

“Entonces, las luchas no terminan. Cambian de objetivo, pero no se terminan ni se terminarán”, reflexiona Abigail sobre la lucha continua por los derechos y el reconocimiento. “Porque vivimos en un país donde las leyes son inestables… Puede ser que algún gobierno nos apruebe una ley de identidad de género y venga otro y la quiera quitar. Entonces, eso nunca se va a terminar. Qué triste, ¿verdad? Luchar por lo que nos corresponde, por lo que el Gobierno debería de ser garante de todos nuestros derechos”.

La cuenta histórica

El Archivo cuenta mil historias de la comunidad trans y de las disidencias sexuales en Honduras a lo largo de las décadas, pero una es esencial y omnipresente en todas las piezas del archivo: un reclamo hacia el Estado hondureño. El Estado, junto con los poderes imperialistas del norte, le debe una inmensa deuda a esta comunidad. El Archivo nos da un punto de partida para comprender el significado y la magnitud de esa deuda, al mismo tiempo que corrige y exige reconocimiento: no solo existe y ha existido la comunidad cuir en Honduras, sino que también ha sufrido grandes heridas, vacíos históricos y violaciones a los derechos que deben y serán abordados. El Archivo es una creación comunitaria viva, en constante expansión a través de vínculos, testimonios y el compromiso de personas como Abigail, Dany y les innumerables voluntaries que alimentan la lucha por recuperar la memoria trans y cuir de Honduras.

Abigail, al igual que miles de mujeres trans y personas cuir, usa la memoria como herramienta para resistir y exigir justicia: “Espero que los testimonios que grabemos y las fotos que consigamos algún día sirvan para que el proceso de reparación histórica inicie y se acuerden que inició con este sueño loco de los dos, ¿no? Pero que el Gobierno se acuerde de que nos ha de deber en las cuentas”.


Kali Nahil Zerón Flores es persona trans masculina, transeúnte de la colonialidad, historiador graduado en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y pasante de la maestría de Estudios de la Mujer, género y sexualidades de la universidad de Costa Rica. Es coordinador de la comisión académica del Archivo Honduras Cuir.

Edith Romero es poeta, investigadora y activista hondureña que reside en Nueva Orleans. Se especializa en la justicia reproductiva en Latinoamérica y Estados Unidos, en la lucha por los derechos de inmigrantes y el uso del arte como un catalizador para el cambio social. Es parte de Unión Migrante y Eye On Surveillance, organizaciones comunitarias en Nueva Orleans que se enfocan en los derechos de inmigrantes y en construir comunidades seguras sin la criminalización de sistemas de vigilancia.

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