COMENTARIO
Ahora ese eslogan gastado de “ni una más” parece recobrar sentido, o esas luchas “feminazis”, como vulgarmente se dice, tienen una razón de ser y es porque nos están matando.

La Unidad Departamental de Policía número 10 de La Esperanza, Intibucá, fue el escenario donde diste tu último respiro. Eras muy joven y ten por seguro que nada de esto fue tu culpa.
Me hubiese encantado que nos dieras algunas respuestas que aún no quedan del todo claras… La noche del sábado 6 de febrero, te detuvieron por escándalo en la vía pública y parece que traías un nivel de alcohol algo elevado, o por lo menos eso fue lo que escribieron las “autoridades”.
Horas después de tu detención, aparece ese suéter que usaste esa noche doblado en tu cuello, por lo que los excelentísimos policías atribuyen tu muerte a un suicidio. Estúpido, ¿no te parece?
Te llevaron al hospital más cercano, donde declararon tu cuerpo un cadáver más. Es necesario decir que el jefe de la unidad mencionó que aún tenías signos vitales al ser trasladada al hospital, pero, según el personal médico, cuando tu cuerpo llegó, ya no había nada más que hacer, tu ser ya se había marchado.
Las personas más cercanas a ti aseguraron que era imposible que te hubieses quitado la vida. Pero las autoridades no contemplan otro panorama. Hasta que la noticia de tu muerte se hizo viral.

Ahora se exige al unísono conocer la verdad de lo que sucedió.
Las autoridades se negaron a abrir tu cuerpo y descifrar la verdadera razón de tu partida, pero a veces las redes sociales pueden ayudar a agilizar los procesos. Es así como, mediante una presión mediática, se procede a hacer la autopsia. Apuesto a que viste muchos cuerpos en ese estado y estabas familiarizada con esas emergencias gracias a que te faltaba poco para egresar de la carrera de Enfermería. De lo que sí estoy segura es de que nunca te imaginaste terminar así, menos al ser detenida por la honorable Policía Nacional de Honduras.
Días después, el Ministerio Público asegura que lo que las autoridades habían declarado un suicidio es nada más y nada menos que un homicidio.
Entonces, Keyla, ¿quién es tu asesino?

En Honduras, nacer mujer parece ya castigo suficiente.
No se tiene a un culpable y lo más irónico es que todo sucedió en las narices de la Policía. Pero… algo no encaja. O definitivamente son una bola de incompetentes como para no darse cuenta de que están matando a alguien bajo su supervisión o todos los que se encontraban allí esa madrugada son los actores inescrupulosos en el estrangulamiento de nuestra querida Keyla.
Ahora ese eslogan gastado de “ni una más” parece recobrar sentido, o esas luchas “feminazis”, como vulgarmente se dice, tienen una razón de ser y es porque nos están matando.
¿Hasta cuándo dejaremos de sentir miedo?
NO TE LO PUEDES PERDER…
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