Paca Navas de Miralda, María Trinidad Delcid, Cristina Hernández de Gómez y Olimpia Varela y Varela fueron cuatro mujeres poderosas de Honduras que fundaron medios que impulsaron el movimiento sufragista (hoy llamado feminismo) en los años 40 en pro del voto de la mujer cuando el autoritario Tiburcio Carías Andino “encerraba, desterraba o enterraba” a quien le llevara la contraria
Otras sufragistas ilustres como Emma Bonilla, Visitación Padilla, Argentina Díaz Lozano y Carlota Valladares encabezaron en esos días manifestaciones pacíficas por el derecho al voto de las mujeres
La directora de Udimuf hace un recorrido por la historia de Honduras para recordar a esas pioneras
Por Vanessa Siliezar*
Foto de Leonela Paz
La Ceiba, Honduras. El año 2022 comienza con una mujer, Xiomara Castro, al frente de la presidencia de Honduras. Empezamos bien: con muchas esperanzas y promesas de cambio.
Imagínense la felicidad de tener a una mujer en la silla más alta del país, de oírla decir en su toma de posesión: “Mujeres hondureñas, no les voy a fallar, voy a defender sus derechos, todos sus derechos, cuenten conmigo”.
Nos alegramos por Honduras y sobre todo por las mujeres que, a diario, desde hogares, fábricas y negocios, echan a andar este país. Nos alegra también por Xiomara, que con su elección se convierte en un parteaguas político en la historia de la mujer hondureña.
Pero también nos hace recordar que ha habido otras mujeres en la historia de Honduras que lucharon por los derechos de la población femenina del país. Y no lo hicieron solo con promesas, sino con hechos: con su trabajo lograron que todas nosotras podamos ejercer hoy el sufragio. Y lo hicieron hace casi 80 años, en medio de presiones sociales peores que las de hoy, cuando estaba firmemente instalada la dictadura del nacionalista Tiburcio Carías Andino.
Ese logro fue el verdadero comienzo de la participación política de las mujeres hondureñas. Pero ¿cómo conocí la gesta de estas mujeres heroicas?, ¿quiénes fueron y cómo lo hicieron?
Ha habido otras mujeres en la historia de Honduras que lucharon por los derechos de la población femenina del país hace casi 80 años, en medio de presiones sociales peores que las de hoy, cuando estaba firmemente instalada la dictadura del nacionalista Tiburcio Carías Andino.
Las conocí por medio de una antología de documentos de historiadoras y sociólogas hondureñas notables compilada por la fundadora de la Cátedra de Estudios de la Mujer, Blanca Guifarro, específicamente en el apartado “Los comienzos de la lucha sufragista en Honduras” de Rina Villars.
Una frase de Margarita Vidal en esta antología cobra mucho significado en este momento: “Si la mujer parece inferior al hombre es porque no se le ha dado oportunidad para que sobresalga, ni se le ha prestado como al hombre el apoyo necesario… (la mujer) está dotada de las mismas capacidades que (el hombre)… Somos, pues iguales, y por lo tanto nuestros deberes y derechos deben ser iguales… y si todas nos unimos para luchar por nuestra rendición, no esta lejano el día que la mujer ocupara su verdadero lugar al nivel hombre”.
Uno de los documentos compilados en este libro nos presenta una historia pocas veces contada en Honduras: la de los comienzos de la lucha sufragista femenina que permitió que las mujeres podamos votar en el país.
Detrás de la lucha sufragista estaban cuatro mujeres poderosas que fundaron medios feministas en los años 40: Paca Navas de Miralda, María Trinidad Delcid, Cristina Hernández de Gómez y Olimpia Varela y Varela.
Estas pioneras del feminismo en Honduras fundaron revistas como La Voz de Atlántida, Panamericana y Mi Mujer Americana, y dirigieron radioemisoras como la Atenea, desde las cuales promovieron los derechos de la mujer, en especial el derecho al voto, en un ambiente opresivo marcado por la dificultad de establecer canales alternos de comunicación.
Las publicaciones creadas por estas pioneras impulsaron el movimiento sufragista en Honduras en los 40, cuando la “mano de hierro” del dictador Carías Andino no se andaba con remilgos para “encerrar, desterrar o enterrar” a quien le llevara la contraria.
Resulta asombroso que sufragistas ilustres (no se llamaban todavía feministas) como Emma Bonilla, Visitación Padilla, Argentina Díaz Lozano y Carlota Valladares encabezaran en esos días manifestaciones pacíficas por el derecho al voto de las mujeres en la catedral de Tegucigalpa.
El papel de las sufragistas fue importante en la época porque fundaron el Comité Pro Liberación de Presos Políticos. ¿Y quiénes eran esos presos? En su mayoría eran líderes políticos del Partido Liberal y del Partido Comunista, enemigos del régimen de Carías.
Ellas asumieron el reto de pedir libertad para esos presos en convocatorias pacíficas. Casi nadie recuerda algo que pasó en San Pedro Sula, el 6 de julio de 1944. Darío Euraque, un notable invitado del podcast Vivir en Xibalbá, de Sergio Bahr, cuenta cómo una manifestación anticariista se convirtió en una carnicería disuelta con balas en la que murieron muchas mujeres, niños y hombres.
El movimiento sufragista recibió el respaldo de intelectuales como Ramón Amaya Amador, quien en 1946 escribió en la revista de Olimpia Varela que ese movimiento estaba renovando el espíritu de las mujeres.
Amaya hizo lo contrario de muchos intelectuales, quienes en sus escritos decían que las mujeres eran para el hogar y no para la política. La directora de la revista Atenea, Cristina Hernández de Gómez, les respondió que ambas actividades son complementarias, pues la mujer puede llenar todas las funciones éticas, mentales y espirituales y muchas de las físicas que se reconocen como un privilegio de los hombres.
Eran los días en que los hombres en la Cámara Legislativa del régimen de Carías sostenían que otorgarle el voto a la mujer era obra de poetas románticos o utópicos. La otra excusa era que el voto femenino discriminaba a las mujeres analfabetas.
Muchos hombres valientes buscaban en los años 40 que las mujeres pudieran votar cuando ya el mundo avanzaba a reconocer el voto femenino. Uno de los primeros países centroamericanos en tener a las mujeres en las urnas fue El Salvador en 1939. Honduras fue, junto con Nicaragua, la última nación centroamericana que reconoció, en 1955, el voto femenino.
Fue la lucha de un puñado de mujeres sufragistas, apoyadas por unos cuantos hombres aliados, la que abrió el camino para que todas podamos hoy ejercer el sufragio e incluso podamos convertirnos en presidenta de la nación.
Siguiendo la ruta abierta por estas pioneras, ahora lo que nos queda es ayudar a que Xiomara Castro alcance su meta y cumpla sus promesas de campaña. Porque no es el trabajo de una sola, sino de muchas. Y muchos. Para lograrlo no debemos solo soñar, porque se trata nada menos que de contrarrestar en cuatro años de trabajo duro 12 años de corrupción y secuestro del país.
Fue la lucha de un puñado de mujeres sufragistas, apoyadas por unos cuantos hombres aliados, la que abrió el camino para que todas podamos hoy ejercer el sufragio e incluso podamos convertirnos en presidenta de la nación.
Debemos empezar firmes, objetivas y sobre todo confiadas en que esta vez podemos alzar la voz, decir qué no nos gusta, compartir inquietudes y preocupaciones en este panorama que sigue siendo oscuro, arcaico y muy complejo. Vienen tiempos difíciles para la presidenta y lo único que esperamos es que el pueblo también tenga paciencia, que comprenda que no alcanzaremos nuestras metas de la noche a la mañana.
