La falta de educación sexual fue un punto clave en el conversatorio realizado por la organización Somos Muchas durante las actividades por el Día Internacional de la Mujer. La periodista Stephanie Mondragón nos cuenta cómo las historias del conversatorio iban desde el acceso a la educación hasta el caso de mujeres y niñxs que no se dan cuenta de que son violadxs y cómo la persona en posición de poder aprovecha la falta de conocimiento y madurez de su víctima
Por Stephanie Mondragón
Fotos de Stephanie Mondragón y Somos Muchas
San Pedro Sula/Tegucigalpa, Honduras. Después de una jornada larga con sabor a lucha no podía falta un espacio para ponerles cara a aquellas voces que clamaron sus derechos durante cada una de las actividades. Un conversatorio dio cabida para que varias mujeres relataran sus historias de abusos, violación de derechos y lucha perpetua ante los diferentes sin sabores que deja el vivir en una sociedad fragmentada y con pensamiento arcaico.

Honduras es un país sumamente conservador, la unión con la religión y el falso moralismo entorpece el goce de los derechos de las mujeres. Es frecuente escuchar respecto a las diferentes declaraciones y tratados de derechos humanos, pero, como las participantes mencionaban, “son solo documentos”, estos no dan las oportunidades que las mujeres necesitan para desarrollarse plenamente y con sus derechos garantizados.

Por esto, no es poco común ver cómo niñas, adolescentes y mujeres son obligadas a ser madres. Declaraciones como “las mujeres son más que una maternidad” y “maternidad como un derecho y no como un deber” fueron bastante frecuentes al momento del conversatorio. Según el Sistema Nacional de Emergencias 911, desde 2018 hasta enero de 2022 se registraron 3,587 denuncias por violación sexual, con los mayores índices en los departamentos de Francisco Morazán y Cortés.
La falta de educación sexual fue un punto clave durante el conversatorio. Las historias pasaban desde tener el acceso a esta para tener conciencia de lo que significa el consentimiento hasta el caso de las mujeres y niñxs que no se dan cuenta de que son violadxs y cómo la persona en posición de poder aprovecha la falta de conocimiento y madurez de su víctima, lo cual muchas veces lleva a embarazos no deseados o incluso a contraer enfermedades de transmisión sexual.

Una de las asistentes relataba: “No es pedir que las mujeres aborten, sino evitar que lleguen a eso”. Hizo énfasis en que las pastillas anticonceptivas de emergencia, más conocidas como PAE, deberían ser de fácil acceso para evitar problemas a mayor escala como calamidad financiera, falta de preparación emocional/mental y abortos clandestinos con altos índices de mortalidad. Consideró que la aprobación de la PAE es el primer paso para que las mujeres puedan ejercer su derecho a decidir.
Otra pañoleta violeta reforzó su idea expresando que la maternidad debe de ser una decisión y no una obligación dado que muchas mujeres no se sienten listas para ser madres y muchas veces se ven manipuladas para serlo, llevándolas a sentirse atrapadas en una maternidad no deseada, que termina por despojarlas de cumplir sus aspiraciones académicas, financieras y personales.

El testimonio final del evento fue poderoso y con un valor significativo. Una mujer de mediana edad dio a conocer cómo agradecía haber llegado a ser participe del “feminismo liberador” luego de que varios años antes perdiera a su madre por la práctica de un aborto clandestino. Compartió cómo por muchos años culpó a su madre por haber tomado lo que ella consideraba “una decisión egoísta” que la había llevado a la muerte. Sin embargo, su llegada al feminismo y deconstrucción personal la hicieron comprender la verdadera dificultad de la maternidad en una sociedad con tantos problemas sistemáticos para así llegar a perdonarla y comprender que su decisión no fue por egoísmo, sino por el amor que sentía por sus otros hijos y su deseo de darles un mejor futuro.

Así como estas, son miles las historias que las mujeres hondureñas deben vivir continuamente, rodeadas de limitaciones, abusos, acoso, violencia y falta de oportunidades. Las generaciones pasadas nos hacen creer que vivir en machismo es normal, pero la realidad es que, una vez que se entiende el verdadero significado del feminismo, se llega a la verdadera libertad de cuerpo, alma, mente y espíritu. La lucha sigue diariamente, pero el nuevo mensaje depende de las mujeres presentes y conscientes.