El periodista de Reportar sin Miedo recuerda al mentor español, quien falleció en su amada Honduras mientras salvaba la vida de cuatro personas de las olas del mar en Trujillo
Por Luis Vallecillo
Tegucigalpa, Honduras. Una semana después del fallecimiento del doctor Miguel Ángel Sobrino Blanco en Trujillo, Colón, el 9 de abril de 2022, “dando la vida por los demás, hasta el último respiro, siempre grande hasta el final”, como certeramente refirió la doctora Aymara Lee Ramia, tuvo lugar una reunión virtual en la que participaron 96 personas.

Los participantes en el homenaje incluyeron familiares (sus hijos Inés y Diego Sobrino; su hermana Carmen Emilia Sobrino Blanco; su sobrino Alejandro Álvarez Sobrino; sus primas Carmen Gloria Sobrino Sánchez, Fernando López Sobrino, Blanca Sobrino Lombardero, Begoña e Isabel Fernández Sobrino), amistades (Elena Lomba, Manuel Álvarez Álvarez, María Cadilla Baz), miembros del grupo académico Somos Felices y profesores universitarios. Algunos de las y los participantes intervinieron mediante videoconferencia en el homenaje póstumo al doctor Sobrino Blanco
Acabo de conocer la muerte de Miguel Ángel Sobrino Blanco. Ha muerto como vivió, de la forma más generosa posible, tratando de salvar a unos niños bañistas en el norte de Honduras. Director del programa de doctorado en el que y tantas/os y tanto aprendimos. Inmensa Gratitud. DEP pic.twitter.com/kpFRvJD4dH
— Gemma Teso Alonso (@GemmaTeso) April 10, 2022
Este cronista pudo comprobar personalmente el enorme aprecio y gratitud que los presentes expresaron hacia el profesor Miguel Ángel Sobrino Blanco. Podríamos decir que el sentimiento unánime que presidió la reunión fue de agradecimiento hacia quien tanto hizo por los demás en cualquier momento, en cualquier lugar, sin horarios, sin medidas de tiempo ni de espacio.
Bueno por naturaleza

Miguel Ángel Sobrino Blanco se daba al cien por cien, en las distancias cortas y en las otras. Su afán de ayudar a los demás lo llevó a muchas renuncias personales, llámese espacio de confort o de cualquier otro modo.
En cualquier caso, él, una persona buena por naturaleza, lo era aún más cuando percibía la necesidad del prójimo. Y así se condujo a lo largo de su vida fructífera para la colaboración en la enseñanza universitaria, en el impulso necesario a los que empezaban, en el apoyo a los que necesitaban asirse a alguien que los arropara lejos de sus patrias de origen, de su entorno, en un país hermano, pero muchas veces con obstáculos en forma de burocracia.
Miguel Ángel Sobrino Blanco no era un burócrata. Detestaba la burocracia, pero, aún así, se ponía en la piel de los demás, asumía los trámites inevitables y posibilitaba el acceso a los departamentos de la facultad adonde arribaban. Él era un ser de luz que animaba a perseguir los sueños, por difíciles que fuesen.
Por ello no nos sorprendió que muchas personas hayan expresado su gratitud por todo cuando Miguel Ángel Sobrino Blanco hizo por ellas y, además, sin buscar nunca ser el foco de nada.

Miguel Ángel era un hombre de firmes compromisos y, como entendía que el futuro de la humanidad reside en la mutua colaboración, no dudó en apoyar todas las iniciativas que iban en esa dirección. Tanto es así, que entendía su patria con una visión planetaria, sin focalizar su labor en unas coordenadas concretas, sino universales.
Miguel Ángel cantó, reincidente y clandestinamente (no podía ser de otro modo), a la libertad y por la democracia. Lo hizo en Portugal, cuando la Revolución de los Claveles, en aquel histórico 25 de abril de 1974, en el que la ciudadanía salió a las calles del país, logrando el fin de la dictadura. Y lo hizo en Madrid, en los últimos estertores del franquismo opresor, de miseria y tinieblas. En ambos casos, como está documentado gráficamente, allí estaba, apoyando con su voz solidaria y su guitarra como bandera de avance social.

Poemas y canciones para recordar al amigo
Con el doctor Federico Subervi como anfitrión desde Austin, Texas, la reunión en memoria de Miguel Ángel Sobrino Blanco contó con intervenciones puntuales de la doctora Aymara Lee Ramia Pérez desde Honduras y con cariñosas aportaciones de otras muchas personas (eludimos citar la relación nominal de las mismas porque involuntariamente nos quedaría alguien sin mencionar) que manifestaron su aprecio por el doctor Sobrino Blanco y testimoniaron su apoyo a sus familiares y amigos.
En la reunión sonaron en directo los acordes de una guitarra y la voz amiga de Sonia Patricio, quien interpretó Cantares, versos insustituibles de Antonio Machado. Visionamos imágenes fotográficas y vídeos en los que Miguel Ángel Sobrino Blanco compartía momentos con muchas personas que hoy sienten el enorme vacío que su inmensa personalidad otrora todo lo llenaba.

Se brindó en honor al irreemplazable Miguel Ángel. Se escucharon los versos que José Ángel Valente Docasar dedicó a Manuel Álvarez Álvarez y este, a su vez, se los ofreció póstumamente a su amigo de la infancia Miguel Ángel Sobrino Blanco, y se vivió con respeto el emocionado recuerdo de su memoria.
Ha sido la persona que más financiación consiguió para proyectos de cooperación. Nunca para él mismo ni para sexenios. Siempre para proyectos.
“La familia le recordamos con alegría, como él quería”, contó, desde A Guarda, la hija de Miguel Ángel, Inés Sobrino, tras agradecer el poema, las canciones elegidas y la organización del homenaje.
En otro momento, Diego Sobrino recordó a su padre Miguel Ángel Sobrino Blanco con estas palabras: “Miguel me dijo que él no quería transcender. Que su legado académico eran sus alumnos. Le recuerdo feliz. Siempre contento. Era una persona que tenía tantos valores que transmitir, que sentía placer ayudando a los demás. Me refirió que, si llegaban huéspedes a casa y solo tenía mi cama, que se la cediese a los visitantes”.
Diego también leyó un texto que escribió el mismo día en que tuvo conocimiento del fallecimiento de su padre.

“Miguel, en el departamento, lo llenaba todo. Siempre para ayudar. Aquel que casi siempre ocupa mucho espacio es el que más vacío deja”, afirmó en su intervención el catedrático José Luis Piñuel Raigada.
Miguel era una persona que ponía música en la universidad.
También se destacó “su inmensa fe en la humanidad. Era algo que le caracterizaba siempre”.
Sobre Miguel Ángel Sobrino Blanco, la doctora María Cadilla Baz, profesora de la Universidad Complutense, refirió: “Fue amigo. Fue maestro. Fue mi segundo padre. Estuve trabajando 30 años con él y puedo decir que era un hombre magnánimo. Siempre estaba dispuesto para todo el mundo. Somos una gran familia gracias a él. No tengo más que palabras de agradecimiento para él. Él siempre trabajaba para todos”.
También se dijo: “Miguel puso todo de su parte para que su labor tuviese continuidad en otras personas”.
Según la hondureña Mildred Tejada, “Miguel será recordado en Honduras con mucho amor y cariño. Creyó siempre en la justicia y la igualdad. Incluso la igualdad educativa”.

El doctor Noé Leiva destacó: “Miguel dio la vida por los demás. Rescató a cuatro personas del mar. Pensamos que el corazón le falló, causándole la muerte. Fue un héroe”.
También, Aymara Lee Ramya Pérez recordó, emocionada, “los últimos momentos de la vida de Miguel. Todo su ser tenía que entregarse en ese momento”.
Inés Sobrino afirmó: “Sentimos mucho su pérdida, pero mi padre fue un héroe”.
Miguel fue, y lo sigue siendo, un tejedor de sueños, de cooperación y de progreso. Hablar de él es hablar de su amor por Honduras. Siempre fue un hombre muy generoso. Amó a Honduras y a toda América Latina. Creía más en uno que uno mismo. Fue un maestro de generosidad. Un amigo entrañable, Nos abrió las puertas de su casa.
Carlos Colina, profesor de la Universidad Central de Venezuela, afirmó: “Miguel murió con coherencia, en un acto de solidaridad”.
Blanca Sobrino Lombardero, prima de Miguel Ángel y farmacéutica en A Guarda, dijo: “Estoy segura de que Miguel estará feliz de saber que todos estamos reunidos en torno a su memoria”.
También recordó que “en una ocasión, estando en la playa de Camposancos, un bañista se encontraba a merced de la corriente del río y Miguel sin dudarlo se echó al agua y rescató a esa persona que luchaba, sin éxito, por llegar a la orilla, dado que tenía un calambre en una pierna. Miguel siempre le quitaba importancia a ese hecho, pero yo quiero recordarlo”.
Desde Galicia, el profesor Fernando Ramallo Fernández, profesor titular de la Universidad de Vigo, que se autodefinió como “primo de Miguel Ángel Sobrino Blanco”, inició su emocionada intervención en lengua gallega y, a continuación, lo hizo en castellano: “Soy profesor, en gran medida, gracias a Miguel”. También recordó “las batallas de las paellas” y que Miguel siempre le decía que “le faltaba algo de sal”.

Una presentación in memoriam, con imágenes y textos relacionados con Miguel Ángel Sobrino Blanco, sirvió para evocar sus muchas virtudes: sencillo, vital, animoso, un ser humano inolvidable…
También se mencionó la faceta fiestera de Miguel Ángel Sobrino y su mítica frase “Viva a Banda Roxa. ¡Me cagho na cona!”, que pronunciaba en la romería de las Fiestas del Monte Santa Trega, en A Guarda, su villa de nacimiento, en cuya vivienda familiar estuvieron en alguna ocasión muchas de las personas que participaron en la velada en su memoria. Algunas incluso recordaron sus charlas bajo el limonero que hay en el exterior de la casa.
Hubo tiempo para evocar otras frases de Miguel Ángel Sobrino Blanco, como: “¡Salud y anarquía!” y “Ahí os quedáis, con curas, monjas y militares”.
Se brindó con vino e incluso uno de sus 25 primos lo hizo con aguardiente de hierbas, bebida que le gustaba a Miguel Ángel. Cuando eran niños, en las fiestas navideñas, recordó su primo, Miguel Ángel era “uno de los Reyes Magos” y él era su paje.
Como indicó en su intervención la doctora Emilia Lorenza Alduvin Sainz, la velada fue “un torrente de emociones”.
Finalizamos esta crónica sugiriendo que las instituciones hondureñas y españolas promuevan, de forma coordinada, un reconocimiento póstumo al valor acreditado por el doctor don Miguel Ángel Sobrino Blanco.
Acabo de saber hoy del fallecimiento de Miguel, a casi dos semanas, desde Madrid. No tengo palabras para expresar el dolor que me ha producido este desenlace. Mi vida profesional no hubiese sido la que fue sin su inmensa ayuda cuando estaba haciendo mi tesis doctoral. Lo que hizo en Honduras de rescatar a unos chicos que se estaban ahogando en el mar, estando como estaba recién operado de la columna vertebral, no me coge de sorpresa,. Él era así. Desprendido, generoso, solidario, humano. Qué más puedo decir. Nada de lo que diga va a restituir esta enorme pérdida. Miguel era esa clase de personas que te deja huella en el alma. Su muerte duele y mucho. Te deja un profundo vacío. Allá donde estés, querido Miguel, que sepas que muchos te queremos y yo un huevo, paisano. Yo también soy gallego, como él, y lo conocí en Madrid cuando estaba haciendo el doctorado en la Complutense. Siempre en mi recuerdo hasta que me muera, Miguelón. Te llevo conmigo en el corazón. Jorge Cardoso Castro.