Personas de diferentes círculos sociales mencionan que alguna vez las han amenazado, atentado contra su vida o algo como eso, lo cual las lleva a hacer ese tipo de afirmaciones
Tegucigalpa, Honduras. No, bella personita, esa no es una petición mía, si me mataran no querría Bad Bunny, querría algo como María Becerra, Beret o Morat. Sí, me gusta Morat, déjenme.
No sé si es la normalización de la violencia o si solo es porque me relaciono con personas cuyos trabajos implican un constante riesgo, pero, de hecho, hablo por mí y unas cuantas personas más, es incluso un asombro que hayamos vivido tanto y te lo está diciendo alguien que tiene 25 años.
Honduras es un país vulnerado por la violencia, eso ya lo sabemos. Pero no te miento, he escuchado varias veces a personas de diferentes círculos sociales mencionar que alguna vez las han amenazado, atentado contra su vida o algo como eso, lo cual las lleva a hacer ese tipo de afirmaciones: Si me matan, pongan Bad Bunny en mi funeral.
Eso siempre me ha incomodado un poco, no por el hecho de hacer bromas sobre una realidad y utilizar esos malos chistes como mecanismos de defensa, sino porque realmente no quiero sentir que algo tan esencial como la vida cuesta tanto vivirla, pero no cuesta nada perderla.
Ustedes podrían decirme que ya conocemos la realidad a la que nos enfrentamos día tras día, que pueda que no exista una verdadera forma de cambiarlo individualmente, pues, para tu sorpresa, la hay, y te voy a contar cuál es.
Por supuesto que terminar o al menos disminuir los impactos o la violencia misma es algo a mayor profundidad que quizá una sola persona no podría hacer, que es difícil desde organizaciones de sociedad civil, incluso con el apoyo de organismos internacionales, está bien, eso lo tenemos claro. Lo que nos hace falta ver es cómo aportar a mejorar la calidad de vida de las personas, preguntarnos ¿cómo puedo ayudar a eso?
La respuesta es superfácil: teniendo empatía y respeto. Así de sencillo.
¿Por qué eso? Porque al ser personas más empáticas logramos salirnos de la neblina en la que nos sumerge la rutina y de vez en cuando es sonreirle a algún extraño en la calle, es preguntarle a nuestras amistades cómo están y darnos cuenta de que detrás de ese bien algo anda mal. Y te podría dar mil ejemplos más.
No se trata de eliminar la violencia, sino de ayudar un poco con la carga de estrés que nos genera. Es intentar mejorar aunque sea un poquito la vida de otras personas, ¿o acaso no te sientes bien cuando estás de bajón y alguien te hace reír con alguna tontería? ¿O cuando llevas las manos cargadas de bolsas y alguien se ofrece a abrirte la puerta?
Necesitamos acciones que nos ayuden a distraernos tan solo un rato de esa realidad, la problemática no se irá, no vamos a ignorarla, pero de vez en cuando está bien descansar de esa situación porque las mentes cansadas no trabajan de la mejor manera. Y así como nos gusta recibir ese tipo de acciones, no olvidemos también brindarlas.
Recuerda que esto es una cadena y lo que damos, tarde o temprano, lo recibiremos. En otras formas, de otras personas, pero al final siempre volverá. También recuerda que ser buena persona es gratis, ser mala también, y eres tú quien elige cuál ser.
Cuidate, te abrazo a la distancia, y si alguna vez lo necesitas, vamos por ahí a tomar café y a charlar un rato, soy buena escuchando, aparte tengo mala memoría, así que no voy a divulgar tus problemas. Y recuerda, no vamos a eliminar la violencia de nuestro país, ni del mundo, pero podemos ayudar a los demás con esa carga.