En primera persona, Claudia Spellman, defensora de derechos LGBTIQ+ y principal testigo del caso de Vicky Hernández, relata lo que vio en la audiencia en Nueva York contra el expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, acusado de narcotráfico en EE. UU.
Por Claudia Spellman
Nueva York, Estados Unidos. Son las once de la mañana del 29 de junio de 2023 en Nueva York cuando empieza la audiencia histórica.
Los tres acusados entran en el tribunal federal del distrito sur de Manhattan, Estados Unidos. No parecen maltratados. Andan limpios. No se ven delgados ni demacrados. No dan la impresión de haber sufrido maltrato. No se ven físicamente mal, aunque tampoco están gordos o extremadamente saludables. Se ven como cualquier otra persona. Nadie puede tomarles fotos. Está prohibido entrar al tribunal con cámaras y celulares. Se trata de una audiencia de máxima seguridad.
De los tres hondureños acusados de vínculos con el narcotráfico que han entrado en el tribunal, sólo el expresidente Juan Orlando Hernández lleva barba y bigote. Al contrario del exdirector de la Policía Nacional de Honduras, Juan Carlos Tigre Bonilla, quien anda tan bien afeitado como Mauricio Hernández, primo del exmandatario.

Los tres acusados se sientan juntos. En la parte de atrás está Juan Orlando Hernández. Enfrente está el Tigre Bonilla. A un lado se encuentra Mauricio Hernández. Cada uno ha llevado a su equipo de abogados: dos para Juan Orlando, dos para Bonilla y uno para el tercer acusado.
Juan Orlando Hernández en ningún momento voltea a ver al público. Está siempre con la cabeza al frente o agachada y las cejas fruncidas. Se ve raro, como pensativo. Está pensando y escuchando todo a través de su traductor. Mientras que el Tigre Bonilla en ningún momento baja la mirada. Muestra en todo momento cara de prepotencia e ironía. Mauricio se ve pálido, con cara inexpresiva.
Los tres llevan las manos esposadas al frente, pero parece que no llevan esposas en los pies porque caminan sin problemas.
Algo impresionante que me llama mucho la atención es que entre el público o en el estrado no hay ninguna persona que pueda ver la audiencia a favor de Juan Orlando. Todas las personas ahí estamos contra él. Es increíble. No sé si en contra solo de Juan Orlando porque también están el Tigre Bonilla y Mauricio Hernández. Me imagino que contra los tres, pero no hay ni una persona, ni siquiera un familiar o amigo, nada. No hay nadie del público del lado de los acusados.
Durante la audiencia de cuarenta minutos, los tres acusados sólo hablan con sus abogados. Es así porque no les han dado el uso de la palabra en ningún caso. Son sus abogados quienes hablan por ellos.
Juan Orlando voltea a verme una sola vez durante la audiencia. Me ve a mí y a la lideresa y militante de Libre Lida Perdomo.
Esa mirada de humillación se siente bien. ¿Por qué? Porque te das cuenta de que el karma existe. Juan Orlando nos ha mirado tan mal, ha sido homofóbico y transfóbico, ha violentado nuestros derechos, ha asesinado. En cambio ahora es una persona que no es nadie en ese tribunal. Somos más importantes las que estamos atrás, las que estamos en libertad. Él está enfrente, pero es una persona humillada.
En cuanto a los fiscales, dicen que están definitivamente listos para dictar sentencia: parece que tienen las evidencias necesarias. Mientras tanto, los abogados se resisten, quieren seguir luchando, tratando de conseguir evidencia para defender a los tres acusados. Para mí, lo que quieren, más que todo, es dinero. Porque ¿dónde van a conseguir más evidencia?
Parece que ya todo está dicho, pero podría haber sorpresas.
Al final de los cuarenta minutos de audiencia, el juez propone tres fechas. Entonces, los abogados piden cinco minutos para proponer a los fiscales y al juez que den prórroga para conseguir más evidencias. En el momento de receso, los abogados de Juan Orlando se acercan a saludarlo. También saludan al Tigre Bonilla y a Mauricio Hernández.
Al final del break, el juez determina que la fecha final será el 18 de enero de 2024 y el juicio será a más tardar el 5 de febrero. El juez no quería dar tiempo, pero ya están pidiendo más. Pienso que los abogados están pidiendo más tiempo para ganar más plata porque todo apunta, según lo que estaban hablando ayer, a que van a declarar culpables a Juan Orlando, el Tigre y Mauricio.
Al final, cuando el juez se fue, la gente no gritó, pero sí les decían cosas a los acusados. El Tigre Bonilla fue el único que respondió. Por la cara y el temple de ese hombre, no se ve humillado. Juan Orlando es diferente: parece preocupado. No sé qué decir de Mauricio Hernández porque sinceramente ni parpadeaba.
Nadie puede protestar dentro del tribunal, pero, apenas termina la audiencia, la gente empieza a desahogarse y les gritan “¡asesinos, violadores, narcos!”. Yo les digo homofóbicos y transfóbicos porque Juan Orlando siempre fue así. Entonces salimos y continuamos protestando. Yo llevo en una mano la bandera trans y, en la otra, la bandera de Honduras.
Lo más importante de la audiencia es que fijaron la fecha del juicio. O sea que pronto van a tener que dictaminar si es culpable o no. No creo que pidan más tiempo porque ya han tenido mucha prórroga. El 18 de enero será la próxima audiencia y el 5 de febrero darán la sentencia. De todos modos, no se sabe bien todavía porque el Tigre Bonilla se ve muy confiado y las otras dos personas están muy nerviosas.
Asistir a un evento como la audiencia en Nueva York es una oportunidad valiosa para ocupar espacios que se están perdiendo o que están ocupando personas que realmente no hacen nada, que solamente vienen por viáticos o para tomarse fotos. ¿Por qué fui a la audiencia? Porque quería verla, quería vivirla. Y porque quería que las personas de la comunidad LGBTIQ+ estemos presentes en todos los espacios. Es lo menos que merecemos.