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La defensora de los derechos LGBTIQ+ ha liderado el Colectivo Unidad Color Rosa, pero tuvo que desplazarse de manera forzada para no perder la vida
En Estados Unidos estudió modelaje y ahora representa a las mujeres diversas hondureñas en el certamen de belleza Señora Miss y Mister Hispanoamérica International. “Es un logro para la comunidad” LGBTIQ+, dice
Por Dunia Orellana
Nueva York, Estados Unidos. La violencia la hizo huir de Honduras y ahora se prepara para competir en agosto de 2021 en República Dominicana en el certamen de belleza Miss Hispanoamérica International. Sin embargo, no olvida la persecución que padecen otras mujeres trans hondureñas. Además de participar en concursos de belleza, es testiga en casos de alcance internacional, como la acusación contra el Estado de Honduras por el asesinato de la activista LGBTIQ+ Vicky Hernández.
La historia de Claudia Spellman rebosa de situaciones inesperadas y logros ganados a pulso con mucho esfuerzo y sufrimiento, pero también con esperanza y optimismo. En Honduras jamás tuvo la oportunidad de desarrollar sus aptitudes para el modelaje porque pasaba más ocupada en escapar de la persecución policial debido a su identidad de género.
Lo que le ocurrió a Spellman les ha pasado también a muchas mujeres trans hondureñas que, en lugar de recibir ayuda, sufren el hostigamiento y el maltrato de la policía. No obstante, ella ha sido capaz de vencer las adversidades. Logró terminar el Bachillerato en Administración de Empresas y ahora sigue tomando lecciones para perfeccionar su inglés.
La sociedad machista hondureña persiguió y trató con prejuicio a Spellman, nacida en Danlí, El Paraíso, hace 43 años, pero “cien por ciento sampedrana”. A pesar de todo, trabajó durante más de 20 años en Honduras a favor de los derechos de las personas LGBTIQ+ al frente del Colectivo Unidad Color Rosa, en San Pedro Sula, en el norte de Honduras.
Fue en el colectivo donde conoció a la activista trans Vicky Hernández, cuyo asesinato fue una consecuencia directa del golpe de Estado que derrocó al entonces mandatario Manuel Zelaya Rosales.
Entre la aceptación y el rechazo
“Estuve hasta mis cinco años en Danlí y después nos trasladamos para San Pedro Sula con mi familia, emigrando por la pobreza”, relata Claudia. “Soy cien por ciento sampedrana.Toda la cultura y las costumbres que tengo es de sampedrano porque allí crecí y estudié”.
Como les sucede a casi todas las personas que quieren convertirse en mujeres trans, Claudia no recibió apoyo de casi nadie cercano a ella. Por eso tuvo que sacrificarse para obtener el dinero necesario para comprar hormonas y tratamientos que la ayudaran a tener una transición menos problemática.
Las, los y les hondureñxs que hacen la transición en Honduras tampoco reciben apoyo estatal en forma de medicamentos, hormonas y auxilio médico. Claudia no se salvó de pasar por esas dificultades comunes para las mujeres trans. Muchas de ellas hacen su proceso a ciegas y algunas incluso ponen en peligro su vida al usar procedimientos peligrosos para hormonizarse o modificar su cuerpo.
Es “un proceso sin conocimiento, sin apoyo emocional, médico”, dice Claudia sobre su transición. “Nuestros padres no nos van ayudar a hacer el proceso de transición porque no van estar a favor. Al final tienen la aceptación o el rechazo”.
Claudia y otras mujeres trans en Honduras no solo afrontan la falta de apoyo médico y de oportunidades. También sobreviven en un entorno de violencia social e institucional. Claudia huyó de un país donde, desde 2009, han sido asesinadas 380 personas de la diversidad sexual, de las que 43 eran lesbianas y 119 eran trans, según el observatorio de muertes violentas de la Red Lésbica Cattrachas.
Los casos tienen un 91% de impunidad. A pesar de haber logrado la inclusión en el nuevo Código Penal del agravante de violencias basadas en orientación sexual, expresión e identidad de género, ninguna sentencia de este país lo ha tenido en cuenta.
“Las personas LGBTI no somos vulnerables, nos hicieron vulnerables, somos esa cuota ‘permitida’ de cuerpos desechables y desechados por el Estado de Honduras”, dice al respecto la coordinadora de Cattrachas, Indyra Mendoza.
Recuerdos y huida de Honduras
“Por supuesto que recuerdo [a la activista trans Vicky Hernández]”, dice Claudia. “De hecho, la recuerdo más ahora porque su juicio está por llegar. Ella y yo ya éramos amigas, más que compañeras”.
Claudia rememora así a Vicky, a quien conoció cuando ambas eran miembras del Colectivo Unidad Color Rosa, con sede en San Pedro Sula. Su amistad con la hoy fallecida defensora de los derechos LGBTIQ+ la llevó a participar en noviembre de 2020 en la primera audiencia para decidir la sentencia en el caso “Vicky Hernández y otros contra el Estado de Honduras”.
“La mayoría de las personas trans que se quedan en Honduras mueren”, dijo Spellman ese día en videoconferencia desde Estados Unidos. El testimonio de Spellman fue “uno de los momentos más dramáticos del primer día de la audiencia del caso”, según la crónica de Reportar sin Miedo.
“Imagínate estar en la noche estudiando para el caso en la noche o el día”, dice Claudia mientras recuerda ese día de la audiencia en noviembre. “No ha sido una vez, ha sido un par de veces que se me han salido las lágrimas. Igual que yo ahora estoy cumpliendo mi sueño, [Vicky] también quería cumplirlos”.
Para la activista residente en Estados Unidos, el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos a favor de Vicky será su “mayor satisfacción porque no me quedé callada y era para mí una obligación por ser directora del colectivo y amiga de ella y porque la comunidad transexual de Honduras debe ya garantizar con leyes su identidad”.
Claudia Spellman nunca ha dejado de reinventarse. En 2012 se lanzó a la carrera política al presentarse como precandidata a diputada por el partido Libertad y Refundación (Libre). “Me llena de orgullo porque aquí soy pionera. Yo abrí ese espacio”, dice Claudia al recordar su aventura política de hace nueve años. “Soy la tercera más votada de los 80 candidatos”.
Cuatro años después de la muerte de Vicky y uno después de lanzarse como precandidata, en 2013, Claudia tuvo que escapar de la violencia que amenazaba con acabar también con su vida. Atrás dejó la tierra donde nació, pero no su vida de activismo en la que se ha comprometido de lleno con la población a la que representa.
Sueños sin límite
De la política al modelaje. Después de dos años de estudiar para ser modelo en Estados Unidos, Claudia está lista para participar en agosto de 2021 en un certamen internacional de belleza que considera importante para la población de la que es miembra. “Es un logro más para para la comunidad, para las mujeres transexuales”, asegura.
“Muchas personas podrán decir que es algo superficial y hay cosas mejores por las que debemos de luchar. Sí, es verdad, pero eso también es importante, la inclusión que podamos tener en estos espacios que también nos merecemos”, agrega respecto a su participación en el concurso de belleza Miss Hispanoamérica International.
Para Claudia, la historia de lucha de las mujeres trans “tiene altos y bajos, entre los bajos, muchas chicas por la lucha de la inclusión han muerto”. Sin embargo, considera positivo que las mujeres trans como ella pueden ahora “estar en diferentes espacios, incursionando en la actuación y el modelaje”.
El panorama para Claudia ha cambiado radicalmente desde que escapó del miedo y la persecución en Honduras. Ahora sus sueños no tienen límites. “Soy maestra de modelaje”; cuenta. “Estoy por abrir la primera escuela para mujeres transexuales en Nueva York de modelaje para continuar este legado”.
Para Cattrachas estas son las cosas más difíciles que viven las mujeres y personas LGBTI en Honduras:
1. No hay derechos a la píldora de anticoncepción de emergencia
2. No hay derecho al aborto
3. No hay derecho a cambio de sexo y nombre cuando son personas trans
4. No hay derecho al matrimonio igualitario
5. No hay derecho a registrar los matrimonios del mismo sexo
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