La directora de Udimuf se hace esta pregunta hoy, cuando se conmemora el Día de Acción Global por un Aborto Legal, Seguro y Gratuito, en un ambiente de opresión patriarcal que impide a la mujer hondureña decidir sobre su cuerpo
Por Vanessa Siliezar
¿Es posible que la mujer hondureña pueda considerarse rebelde y violenta cuando en pleno siglo 21 está reducida a la esclavitud? Esta es una pregunta importante para todas nosotras hoy, cuando se celebra el Día de Acción Global por un Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Pero ¿por qué digo que nuestra rebeldía choca contra nuestra condición de esclavas? Sí, esclavas. Podrá sonar fea la palabra, pero tiene su justificación porque la mujer hondureña aún no es capaz de decidir por sí misma. Digo que choca porque podemos hacer mil cosas, tomar mil decisiones, pero no la decisión de qué hacer con nuestro cuerpo. Y a eso no hay otra forma de llamarlo más que esclavitud.
Las hondureñas somos libres, en apariencia, porque tenemos todas las condiciones jurídicas para contratar, convenir, comprar, vender. Pero los patriarcas de este país nos han esclavizado porque no podemos decidir sobre nuestro útero. Porque hay terceros (y, léase bien, también terceras) que nos obligan a ser madres, aunque ese cuerpo, ese útero, es nuestro.
Entonces, cuando las jóvenes afirman, en este 28 de septiembre, “este cuerpo es mío, yo decido”, esa es una afirmación muy poderosa. ¿Por qué? Porque no ha sido impuesta, porque es producto de la educación, del empoderamiento de más de 50 años del movimiento feminista.
Hemos sembrado a lo largo de cinco décadas en las mujeres jóvenes para que hoy salgan sin miedo a la calle a empapelar, a usar su pañuelo verde, sin temor a los señalamientos y sobre todo sin temor a ser juzgadas.
Esto ya es un atisbo de esperanza. Esto, junto con la aceptación en julio por parte de la Corte Suprema de este recurso de inconstitucionalidad, nos permite respirar con aires de esperanza.
Ahora podemos respirar un aire verde como el pañuelo que nos hemos ceñido al puño las mujeres latinoamericanas.
Hoy nos toca a nosotras, las hondureñas, negarnos a que el Legislativo, de manera hipócrita y con doble moral, juzgue y nos prive del soberano derecho a decidir.
En Honduras se avanza muy poco. Mejor dicho, en Honduras se retrocede a pasos agigantados, y penalizar y sobre todo transformar la Constitución para hacer pétreo un artículo que habla sobre el útero de las mujeres es devolvernos a las cavernas.
Y ni siquiera a las cavernas.
Porque las mujeres en el Imperio Romano ya abortaban. Nuestras indígenas han abortado desde tiempos inmemoriales. Y lo hacían porque no tenían que pedirle permiso a nadie sobre su cuerpo y porque ese patriarcado blanco, colonizador y cristiano desembarcó en estas tierras hasta el año 1492, cuando nuestras mujeres llevaban siglos de interrumpir su embarazo sin rendir cuentas a ningún patriarca retrógrado.
¿Hemos avanzado en estos últimos 529 años? Para nada. Lo que hemos tenido son retrocesos. Mientras muchos de nuestros países vecinos avanzan, estas mujeres, hoy, se plantan y dicen “este cuerpo es mío, yo decido”.
Desde la Unidad de Desarrollo Integral de la Mujer y la Familia (Udimuf) nos sentimos muy orgullosas por tener un gran equipo. Sobre todo, nos enorgullece que ellas se pronuncien.
Al decir “yo decido”, ellas recogen el sentir y el pensar de muchas de nosotras que en algún momento tuvimos su edad y no pudimos ser tan tangibles, tan fuertes y tan vocales ni plantarnos contra la penalización del aborto.

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