El Colectivo Negritudes Trans HN nació cuando la disidencia sexual garífuna se unió en busca de espacios para dialogar y combatir el odio, relata el activista O’Bryan Robinson
Por Amelián Zerón
Fotos de Amelián Zerón y Julio Cárcamo
Tegucigalpa, Honduras. En la fría Tegucigalpa se encuentra Negritudes Trans HN, un colectivo de líderes garífunas de la comunidad trans y no binaria que combate el racismo y el odio contra las personas LGBTIQ+ en Honduras.
Al frente de la lucha del colectivo está O’Bryan Robinson, de La Ceiba, en el litoral atlántico de Honduras. O’Bryan es un hombre trans garífuna que trabaja generando un impacto positivo en la sociedad hondureña.

Por esa razón, Negritudes Trans HN trabaja apoyando a las personas LGBTIQ+ que forman parte de los 700 mil habitantes de pueblos indígenas y afrohondureños de Honduras.
El Colectivo Negritudes Trans HN surgió en 2018. Para empezar, la organización se formó con hombres trans que le dieron voz, ya que no han tenido tanta incidencia como las niñas, jóvenes, mujeres y señoras trans.
«La violación de derechos y la violencia contra las personas trans en el país eran muy latentes mucho antes de que Xiomara Castro estuviera a cargo del país».
O’Bryan Robinson
«Comenzamos vinculándonos entre hombres trans por la necesidad de articular un espacio para dialogar, reconocer y nuestras realidades», relata O’Bryan Robinson.
Organizarse fue difícil, dice O’Bryan, porque no podían concretar el espacio para que las personas trans racializadas se articularan. «Nos dimos cuenta de que necesitábamos dialogar sobre realidades como el racismo del que en otros espacios no podíamos hablar».
Con ese fin, varias personas trans masculinas negras se unieron para defender los derechos de dicha comunidad.

«Varios compañeres trans decidimos juntarnos y tener espacios de diálogo», añade O’Bryan en entrevista para Reportar Sin Miedo. Sin embargo, primero tuvieron que afrontar la distancia porque vivían en diferentes ciudades.
«En 2020 la pandemia hizo que nos mantuviéramos desde la virtualidad, pero manteniendo los espacios de diálogo, compartiendo nuestras realidades y pensando qué más podíamos hacer para visibilizar a las personas trans negras».
En medio del peligro
Además, las luchas de esta población han estado marcadas por circunstancias que ponen en peligro sus vidas. Los factores de riesgo incluyen falta de seguridad y despojo de tierras ancestrales que las empresas extractivistas han intentado obtener por medio de la violencia.
Por ejemplo, en la comunidad de Punta Gorda, el extractivismo utilizó las fuerzas militares y policiales para arrestar en noviembre de 2022 a seis defensores del territorio.

Los capturados ese día, Melissa Martínez, Dorotea Arzú, Richard Armando Martínez, Abot Efraín Sánchez, Keyden Tishany Gonzales y Augusto Moisés Dolmo, reclamaban territorios ancestrales donde han vivido durante más de 200 años. Esta fue una de las múltiples violaciones de los derechos de las poblaciones ancestrales.
Por otra parte, las violaciones de derechos humanos se han dado desde antes de que la presidenta Iris Xiomara Castro Sarmiento tomara posesión en enero del 2022, reconoce Robinson. A pesar de todo, la situación sigue siendo preocupante.
«La violación de derechos y la violencia contra las personas trans en el país eran muy latentes mucho antes de que Xiomara Castro estuviera a cargo del país», dice O’Bryan.

«Sin embargo continúa la violencia, la discriminación y marginación. Se han tenido buenas intenciones de promover o garantizar mayores oportunidades para la comunidad trans, pero muchas personas siguen sin empleo y siendo asesinadas».
De esta manera, el desafío es doble para las personas trans garífunas que son defensoras, ya que ello se suma al racismo y el odio contra la población LGBTIQ+.
«Las personas trans racializadas o la gente trans garífuna de las comunidades también viven esa realidad. Pelean y se resisten al arrebato de nuestras tierras».
O’Bryan lamenta que muchas personas han tenido que migrar a otras ciudades porque no hay mejores condiciones para vivir. «Esto es producto obviamente del racismo estructurado en este país».
El arte ante la adversidad
La población garífuna es rica en cultura originaria que en gran parte ha sido comercializada. Tal es el caso de quienes obtienen dinero de empresarios con gran poder adquisitivo que tienen el objetivo de apropiarse de la cultura garífuna.
En esta extensa cultura se destaca el arte afrodescendiente con enfoque de género que impulsa al Colectivo Negritudes Trans HN.

«El arte es una forma de expresarnos políticamente. Como artistas trans, negros y garífunas podemos decir todo lo que pensamos y sentimos en una obra. Algunos nos dedicamos a diferentes técnicas y especialidades artísticas. Hay diferentes formas de expresarnos. Una de ellas es la pintura», explica O’Bryan.
Las personas negras tienen mucho talento y creatividad, afirma O’Bryan, pero no se les da el reconocimiento que merecen debido al racismo en el país.
«Los y las artistas trans tienen gran creatividad. Es importante comunicar todo esto que tenemos y sentimos. Las personas garífunas son creativas, pero han sido poco visibles, ya que no se conocen artistas garífunas o negros. También siempre resaltan otras referencias como condición de clase, mejores oportunidades y condiciones profesionales».
Ser garífunas no binarios
Las personas no binarias no han tenido visibilidad suficiente para generar cambios en derechos humanos, pero estas interseccionalidades poco a poco están dando pasos agigantados.
Un ejemplo de lo anterior son los retos personales que O’Bryan ha afrontado a lo largo de su vida. Desde esa época le gustó pertenecer a organizaciones para aprender cómo vive verdaderamente una persona no binaria y de la comunidad LGBT.
“En los colegios siempre me ha gustado estudiar, pero por mi color de piel y mi sexualidad es un poco difícil para mí”.
Hummer Castillo
Otras personas afrodescendientes no binarias también han tenido que cruzar muchas barreras para defender su identidad.
Una de esas personas es el defensor de los derechos humanos Hummer Castillo. Una de las barreras en su camino ha sido el difícil acceso al estudio en un sistema racista.
«En los colegios siempre me ha gustado estudiar, pero por mi color de piel y mi sexualidad es un poco difícil para mí», relata Hummer.
«En todo lugar hay mucho racismo, homofobia y transfobia. Podemos decir la colonización porque hay gente que no nos permite vivir libremente como queremos. Quieren que uno viva de la manera que les place».
Hummer es parte de la población negra y diversa que sigue defendiendo sus derechos vulnerados mientras las clases políticas dejan a un lado estos temas que deben ser prioridad del gobierno.
Entretanto, las personas originarias en todas sus interseccionalidades no abandonan la lucha. Su deseo es ver el día en que Honduras ponga atención a los temas que afectan a los grupos históricamente vulnerados.